martes, 5 de marzo de 2013

EL DESDICHADO ANUNCIO


Aquella mañana lucía el sol en Piornedo y Carmiña estaba amasando pan para cocer en el horno de la casa. Se afanaba en su trabajo, ya que quería que le diese tiempo ha hacer una empanada y a asar un pollo, ya que con tanta gente en casa y con frío se comía bien. Tan entretenida estaba con sus tareas y con sus pensamientos que no se dio cuenta de la entrada de su madre en el obrador del pan. Cuando sacó la larga pala de madera del horno con la que había entrado un bollo de pan encima de una berza sintió una presencia y se giró. Vio a su madre con expresión triste, con lágrimas en los ojos y con lo que quería ser una sonrisa en su boca pero que tan sólo era una mueca de dolor. Ante la mirada penetrante de Carmiña su madre comenzó a hablar:
-Hija, ya tienes quince años, y hemos estado hablando de que tienes que buscarte un porvenir mejor del que puedas tener aquí en la aldea ...
-¿Quién ha pensado nada?, cortó fulminantemente Carmiña. Maruja os ha estado imponiendo sus ideas que no son las mías mamá. Yo aquí soy feliz.
-Ya lo sé, pero Maruja dice que tu porvenir está en la ciudad, que allí conocerás a más personas, incluso un hombre con el que poderte casar...
-Yo no quiero casarme, ni soportar a Maruja,- volvió a atajar Carmiña. -Siempre está entrometiéndose en la vida de los demás. No es buena mamá, no es buena, y queréis que me dirija la vida.
-Por favor, hija.-Rogó la madre- No disgustes a papá ni a mí. Todos en casa creemos que tu futuro está con Maruja y ella te cuidará bien. Obedécenos, tan sólo pensamos en tu bien.
Carmiña con quiso escuchar más, volvió a girarse y continuó con su trabajo de hacer pan. Cuando su madre se fue las lágrimas le quemaban en sus mejillas. Tendría que acatar las normas, ya que su padre había dado su beneplácito pero sabía que no sería feliz. Su vida era Piornedo y no sabía si conseguiría vivir sin permanecer allí, en su montaña natal.

viernes, 1 de marzo de 2013

LAS REFLEXIONES DE CARMIÑA

Maruja no solo era una mujer excéntrica sino que, por sus chocantes modales y por su grotesca voz, se convertía en alguien muy desagradable para Carmiña. Era impertinente, chismosa y creía que quien se encontraba a su alrededor se convertía por su propio interés en su asistente. Carmiña trataba de que sus miradas no se cruzasen porque no quería entablar ningún tipo de conversación con ella, porque todo lo llevaba a su terreno y hacía ver que los demás estaban confabulados contra ella. ...Y lo peor es que esa técnica de actuación le daba resultado con todo el mundo. ¡Carmiña creía que era imposible que nadie viese más que ella la capacidad de ruindad de la que era capaz su madrina!.
Aquella noche, situada cada persona delante de su humeante plato de sopa, Carmiña temblaba porque creía ver cada vez más cerca que algo que no le resultaría agradable se cernía sobre su cabeza. Todos los comensales permanecían en silencio saboreando la sopa de caldo de pollo que tan sabrosa cocinaba su madre, pero su tía Maruja parloteaba y parloteaba sin cesar y, según creía Carmiña, sin que nadie la escuchase activamente.
Pero poco a poco, Maruja fue elevando el nivel de su aflautada voz hasta que consiguió que Carmiña le prestase atención porque le molestaban mucho los chillidos en sus oídos. Entonces se dio cuenta de lo que su madrina había organizado para ella, confabulándose con sus padres y sus abuelos, a quienes convenció
de que lo que ella tenía preparado para Carmiña era lo mejor. Ella, mientras la escuchaba despotricar, sintió que su mundo se descomponía allí mismo; no era capaz de dar crédito a las palabras de Maruja, pero nadie se las rebatía. ¡Era su futuro y su familia se había permitido jugar con él sin su consentimiento!. Sin darse cuenta, sus lágrimas comenzaron a rodar lentamente por sus mejillas abajo, pero no tuvo fuerzas para articular palabra. Sabía que por mucho que intentase cambiar su destino, su tía había creado a su alrededor una red lo suficientemente sólida como para que ella tuviese fuerzas para romperla. Carmiña pensó que sería mejor reflexionar durante la noche y ver como amanecía el día. ¡Sin duda, no conseguiría hacerse dueña de sus actos, porque alguien que no la quería se había obstinado en decidir su forma de vida por ella!

jueves, 21 de febrero de 2013

CARMIÑA Y SUS SENSACIONES

A Carmiña le habían enseñado siempre que a los problemas hay que enfrentarse y cuanto antes mejor. Por ello, se vistió de luto riguroso, como en los días anteriores, con la ropa de su madre. Después de preparar su habitación bajó a la cocina y, nada más entrar, notó el ambiente enrarecido, pero ella optó por comportarse como hacía cada día. Besó a sus abuelos, quienes estaban sentados detrás de la cocina económica: ella calcetando unos calcetines de lana de oveja y él puliendo un trozo de madera con su navaja. La tía Maruja estaba sentada a la mesa de madera, junto con su hermana y su sobrino, y no paraba de parlotear con su madre. No quiso escuchar lo que decía y se concentró en el desayuno y en cómo su abuela pasaba punto a punto las cuatro agujas por la labor. Cuando acabó su tazón de leche, recogió y le dijo a su abuela que iba a darles de comer a los animales y a ordeñar las vacas. Su abuela, como siempre que estaba preocupada, sólo le respondió con un leve asentimiento de su cabeza. Carmiña, antes de salir de la casa, se abrigó bien, y nada más salir se agachó y cogió un puñado de nieve en sus manos, y allí permaneció un momento mirando como se derretía. Los refranes antiguos decían siempre que "año de nieves, año de bienes". Ella sabía por las explicaciones de su familia que la nieve era buena para la tierra, porque al derretirse el agua se iba filtrando en ella poco a poco; y además, cuando había nevadas muy grandes, no faltaba el agua porque el deshielo llegaba hasta la primavera o incluso el verano.
Realizó concienzudamente las tareas que realizaba para mantener a los animales, y estuvo haciendo el tiempo hasta la hora de comer limpiando los utensilios y las cuadras. No quería llegar a casa y encontrarse con las insidias de su madrina, que lo único que hacía era enfrentar a la familia. Y lo peor era que lo hacía conscientemente.
Entonces llegó su padre a refugiarse con ella. Estaba tan concentrada en el trabajo que no se había dado cuenta de que nevaba fuerte. Quiso preguntarle a su progenitor qué pasaba, pero no se atrevió. Tenía que descubrir que hacía tiempo que sospechaba que nada bueno le depararía el futuro y que Maruja estaba por el medio intrigando, y no quería disgustar a su padre, ni hablar mal de aquella mujer a la que todo el mundo adoraba, pero que a ella no le gustaba. Más bien la inquietaba su presencia, su excentricidad, totalmente estudiada, su lengua viperina, lo calculadora que era, ... La verdad es que a Carmiña su madrina no le transmitía buenas vibraciones

¿CUAL SERA EL FUTURO DE CARMIÑA?

¡HAI CARMIÑA, CARMIÑA, QUE TE DEPARARÁ LA VIDA EN EL FUTURO!, pensaba la joven para sí, todavía sentada en el borde de su cama. Intrigas, confabulaciones, tretas realizadas a espaldas de ella, maquinaciones, tramas, ....todas ellas urdidas sin su consentimiento pero de las que era protagonista. Pensaba en sus padres, en por qué le hacían pasar este mal trago, esta angustia que le desgarraba el corazón. Pensaba en la maléfica Maruja, quien no le gustaba nada como persona, que tenía engañado a todo el mundo, pero ella era capaz de ver más allá de aquel esperpento de mujer, de como era capaz de crear una verdad sacada de una mentira inventada por ella. Era como un huracán que se llevaba todo lo que se encontraba por delante, sino le daban la razón. Carmiña tenía miedo. No sabía cuanto tiempo llevaba en la habitación, pero estaba esperando a que su madrina volviese a entrar y la espabilase como sólo ella sabía hacer. Carmiña sabía que lo peor de su vida todavía estaba por llegar.

miércoles, 20 de febrero de 2013

ULTIMA ENTREVISTA QUE ME FUE REALIZADA

Por si queréis conocerme mejor, aquí os dejo mi última entrevista. Espero que os guste:
1. ¿De donde eres y que edad tienes?.
Me llamo RHODEA BLASON Y SOY DE BARREIROS-LUGO-ESPAÑA
2. ¿A que edad descubriste tu pasión por la lectura?.
Creo que ni me acuerdo. Aprendí las letras y a leer en el periódico que se recibía cada día en mi casa, luego practiqué incansablemente en cómics, hasta convertirme en una lectora voraz. No me importa es género, ni el tipo de texto que sea: para mí leer es maravilloso.
3. ¿Y por la escritura?.
En el momento en el que comenzé a leer correctamente, la escritura se convirtió en una forma de expresión muy necesaria para mí. Plasmaba en el blanco papel mis emociones, buscaba en las palabras que escribía serenidad. ….Y hoy, escribir es para mí una necesidad imperiosa de mi alma.
4. ¿Alguna vez has intentado que alguna editorial te publicara?, y en ese caso... ¿Cúal fue el resultado?.
Realmente no. En varias ocasiones alguna se ha puesto en contacto conmigo pero quizá experimente temor al resultado. He publicado y publico en revistas, periódicos, hago colaboraciones con quien me las pide, pero creo que no había madurado lo suficiente mis obras hasta este momento. Ahora sí creo estar preparada para publicar y para escribir.
5. ¿Cuantas historias tienes ya terminadas y cuantas en proceso?.
Verdaderamente, historias finalizadas un montón. Y en proceso, tres o cuatro, aunque en la actualidad estoy muy centrada con la novela “Carmiña, una mujer de aldea”, que trata de una mujer firme, que tiene que hacer frente a muchas adversidades para vivir la vida que ella quiere.
6. En el pasado... ¿habías pensado alguna vez en llegar a compartir tus escritos con los demás, o jamás llegaste a esa conclusión hasta que por medio de la existencia de los blogs, decidiste hacerlo?.
Siempre compartí mi escritura con otras personas, ya fuera directamente o a través de diferentes publicaciones en las que participaba. No cabe duda de que los blogs nos han ayudado mucho a que nuestra obra se difunda mucho más lejos y más rápidamente.
7. ¿Que genero te gusta más a la hora de escribir, lo sobrenatural, histórico, erótico, de todo un poco...?.
Puesta a escribir me gusta cualquier género, aunque en el histórico puedo encontrarme muy cómoda, así como en temas de actualidad.
8. ¿Que criatura nocturna te gusta más, los vampiros, demonios, licántropo... o ninguna?.
Cualquiera que tenga algo interesante que contar. Hay historias impresionantes protagonizadas por cualquier tipo de criatura nocturna, aunque también por las “diurnas”.
9. ¿Con que frecuencia sueles escribir, una vez a la semana, todos los días...?.
Escribo siempre, todos los días, varias veces al día. Cuando estoy triste, cuando estoy contenta, … Es una forma de vida para mí en la que me encuentro muy a gusto.
GRACIAS POR SEGUIRME Y POR LAS INNUMERABLES MUESTRAS DE APOYO QUE ME HACEIS LLEGAR. GRACIAS POR LEERME Y POR ENTENDER MI FORMA DE ESCRIBIR.
¡GRACIAS!

¡QUE HERMOSO ES EL AMOR!, 2ª PARTE

    La noche cayó suavemente sobre la playa cubriéndolo todo con su obscuro manto. El mar se sentía más cerca de las dunas por la pleamar y la luna estaba llena en las alturas de un cielo totalmente estrellado. La mujer pensó que llevaba demasiado tiempo allí sentada, le dolían las piernas y si no se refugiaba en la casa la acabaría cogiendo el frío. De camino al hogar, caminaba despacio colocando suavemente sus pies embuchados en unos tenis azules sobre la hierba de la senda que la llevaba al hogar. Pensaba en lo que le había dicho su suegra durante la conferencia de la tarde y no conseguía saber a qué se debían sus duras palabras ni la poca comprensión que le dedicaba. Ella, por respeto a su marido, solía callar y escuchar, aunque solamente en su soledad era consciente del daño psíquico que le estaban haciendo.
    Al abrir la verja de la finca vio luz en la cocina, pero no le prestó atención. El servicio de su suegra estaría preparando la cena y no tenía ganas de enfrentarse a ellas. Caminó hasta el porche de la casa y se sentó en el columpio que le había colocado allí su marido para que pudiese contemplar el mar desde sentada en el cuando no le apetecía pasear o cuando llovía. Pensaba en dónde estaría, por qué tardaba tanto. Era consciente de que a veces las obligaciones laborales le obligaban a acudir a actos y reuniones largos, pero le extrañaba que no la hubiera llamado él y que se prolongase tanto en hacerlo si no iba a venir. Permaneció allí sentada largo tiempo ensimismada en sus pensamientos. Estaba tan absorta que no se dio cuenta del coche de policía que aparcaba justo delante de la verja de la casa y del que se bajó un hombre alto, con uniforme y que le hablaba sin abrir la cancela.
    Tras la sorpresa, llegó el sobresalto. Se levantó de un brinco y bajó a abrir la cerca. El policía le explicó que su marido había sufrido un grave accidente de circulación cuando se dirigía a casa y que estaba hospitalizado. No conocían el alcance de sus heridas pero el choque había sido aparatoso y habían tardado varias horas en extraerlo del coche los equipos de excarcelación.
    -En estos momentos le están operando. Si quiere acompañarnos le llevaremos al hospital, le dijo el agente
   Su corazón pareció romperse en mil pedazos y aún así le pesaba dentro del pecho. Estaba atada al suelo, pero sentía que su vida se le iba de las manos.No podía pronunciar palabra debido a su aturdimiento. Gracias a la ayuda del agente consiguió subir al coche de la policía y fue con ellos, sumida en sus propios pensamientos. No habló en todo el camino. ¡Sólo lloró!. No debía pasarle nada malo a su marido, la persona a la que más quería, y cuyo amor tan feliz la hacía. No quería que la dejase sola, no podría sobrevivir al dolor. Durante el camino le dio tiempo de rezar, pero no era capaz de finalizar ninguna oración. Se abstenía de prepararse para lo peor, tan sólo pensaba en aferrarse a la esperanza de que su marido estuviese bien cuando llegase al hospital. Era lo único que deseaba. ¡Y confiaba plenamente en ello!.
    Cuando llegaron al centro hospitalario, subió corriendo a la habitación de su marido. Había salido de quirófano, ya estaba consciente pero no podía verlo porque todavía estaban los médicos haciéndole un reconocimiento después de la operación. Vio a su suegra, elegantemente vestida con su enorme pamela de color malva y su vestido a juego, recargada de joyas. La miraba, de arriba a abajo, con desprecio y desdén. Ella iba en tenis, tejanos y jersey. La mujer se acercó a ella y le dijo con una exagerada rabia:
    -Tú tienes la culpa de todo
    Se giró para que no viera el daño que le hacía con sus palabras y no entendió a que venía aquella frase ni el odio con el que había sido pronunciada. Salieron los facultativos y les dijeron que podían entrar a ver al herido, que la operación había salido bien y que no lo cansaran. Su madre política y su suegro se adelantaron, ella entró en la habitación detrás de ellos, pero a quien buscó con los ojos el herido fue a ella. A quien le esbozó una leve sonrisa fue a ella. ¡Qué regalo más maravilloso le había hecho su marido!. Con esa mirada cargada de amor y ese leve gesto la había hecho feliz y le había dicho sin palabras que se tranquilizase. Se entendían a la perfección e interpretaban sus gestos sin temor a equivocarse. Sabía que él contaba con ella para compartir su vida.
    Su suegra ,que no perdía detalle, se había dado cuenta de todo. Le dijo al hijo que debía haberse quedado en la casa de ellos y no viajar de noche, que era peligroso. Que podían hablar de su vida cuando se repusiera y que no tenía que afectarle el enfrentamiento que habían tenido padre e hijo en el bufete antes de que este cogiese el coche para regresar a su hogar. El hombre, desde la cama, se quedó mirándolos fijamente y les espetó:
    -Yo no tengo nada de qué hablar. He tenido un accidente y punto. Voy a tratar de recuperarme y me iré a vivir con mi esposa, ya os dije que dejaré el bufete.
    -Y de qué vivirás, -le recordó su madre- y en dónde, porque la casa de la playa es nuestra.
    -No os preocupéis por nosotros. Cuando salga del hospital buscaremos un lugar en el que podamos vivir y yo puedo dedicarme a la abogacía igualmente y mi mujer a su profesión: A la pintura.
    Los padres de él se miraron incrédulos y se fueron, quizá debido a lo enérgico y firme de las palabras que acababa de pronunciar su hijo. Y entonces, cuando ellos se fueron, el hombre le explicó a su mujer que el trabajo con su padre no le satisfacía, estaba obligado a llevar los casos como su padre quería, divorcios de mujeres u hombres ricos, y él se estaba agobiando por tener que dedicarle tantas horas a su profesión y tan pocas a ella. Le dijo también que sabía de las tensiones que tenía que soportar la mujer por parte de su madre y su hermana, quienes continuamente se entrometían en su vida, y, emocionado, le confesó que él quería vivir siempre junto a ella, viviendo juntos su amor, y dedicándose a su profesión defendiendo a quienes necesitaban de un buen abogado por motivos inevitables, aunque fuesen pobres. A él le gustaba el Derecho para ejercerlo "sin mirar previamente las carteras de los clientes". Le dijo, a su amada, que su madre quería que aquella noche acudiese a una fiesta de unos importantes clientes que podían hacerlo iniciar su carrera política, pero él no quiso participar de tal evento y que cuando él se negó a ir le habló mal de su mujer, utilizando palabras muy despectivas para ello. Entonces el hombre se enfadó y cogió el coche para acudir a junto de su amada y alejarse de aquel fétido ambiente en el que tanto tiempo había permanecido.
    Ahora, cuando se encontraba al lado de su marido ella se sentía feliz. Era consciente de que saldrían adelante los dos juntos, que su vida sería intensa y privilegiada, ya que cuando el amor es verdadero nada puede interponerse ante un sentimiento tan fuerte. Su amor era firme, sensato y verdadero, tan solo se necesitaban a ellos mismos y que él se repusiese pronto para dejar el hospital. La vida transcurriría conforme a la profundidad de sus sentimientos y a la bondad de sus corazones. ¡Qué hermoso es el amor cuando es verdadero!

martes, 19 de febrero de 2013

¡QUE HERMOSO ES EL AMOR!

El amor, sentimiento intenso de atracción emocional entre dos personas que se aman con locura. 
¡Qué hermoso es el amor, cuando es realmente verdadero!
    Ella, sentada sobre sus largas piernas, en la soledad de una duna de blanca y fina arena, mirando al mar, esperaba pacientemente ver llegar a su amado. Aquella persona que, sin efímeras ni falsas palabras, con tan solo una mirada sabía fehacientemente lo que pensaba y lo que sentía. Su férreo amor no había surgido tras un fugaz flechazo. ¡No!. Eran dos personas muy dispares, de gustos muy diferentes, pero que el fondo de su corazón era impoluto. Se comprendían, se querían,...en el fondo vivían uno para el otro, unidos en el camino por sus fuertes sentimientos.
    La mujer, observando el verde marino, decidió que, aunque totalmente opuestos, ella y su pareja eran almas verdaderamente gemelas. Cada uno tenía su espacio y ninguno invadía el del otro. Y cuando estaban juntos vivían su pasión con alegría y frenesí. El hombre había decidido en connivencia con ella que sería él quien trabajase en la ciudad, en el conocido y renombrado bufete de abogados de su padre que algún día heredaría. Mientras, ella viviría en la casa de la playa, propiedad de los progenitores de él, dedicándose a su afición preferida y para la que tenía una gran sensibilidad: la pintura. Pasaba largas horas dedicándose a dibujar y pintar, sobre todo al óleo, hermosos cuadernos y cuadros con los que quería realizar una exposición. En aquellos momentos, se esforzaba al máximo por crear, utilizando diversas técnicas e innovando en los temas que plasmaba en sus lienzos de los que cada vez se sentía más orgullosa.
    Cuando conoció a su esposo, este la animó con vehemencia a que hiciera realidad sus sueños, aquellos para los que tenía unas cualidades innatas y extraordinarias. Ella nunca había pensado en que aquel hobby pudiese convertirse en parte de su vida. Hasta que lo había conocido a él, nadie de su alrededor le había dado importancia a su forma de hacer arte. Tenía muy en cuenta la opinión de su pareja, quien por sincero le exponía siempre puntos de vista en los que ella a veces no se fijaba. Experimentaba con texturas y esperaba con ilusión el regresó de su marido para oir la opinión que tanto valoraba.
    Los había presentado la hermana de él: su única y gran amiga, a pesar de que ella pertenecía a una familia de clase media baja y que trabajaba como cocinera en un restaurante del pueblo. Ellos eran de clase muy alta, grandes coches, enormes mansiones, de verano, de invierno, en la playa, en la montaña, ..., estrictos seguidores de lo que marcan las tendencias de la moda, y con diversas personas a su servicio. La mujer y la hermana del hombre tenían una amistad sincera durante su juventud, pero ella sabía que desde su matrimonio su cuñada se mantenía un poco distanciada. Tal vez pensaba que ella no pertenecía a la clase social de ellos, pero su amado la había elegido con romanticismo y con pureza de sentimientos, lo que para la mujer significaba que la quería de verdad.
    Cuando su compañera les presentó a la salida del cine ella se turbó y sus mejillas se ruborizaron. El ya era un hombre mayor y con un futuro marcado por la saga familiar dedicada al derecho durante varias generaciones. La joven sabía de sus andanzas juveniles y de las muchas mujeres que revoloteaban alrededor de él, sobre todo por la elevada posición económica de su familia, y de la larga lista de novias que había tenido, pero confiaba plenamente en él y en su manera de pensar. En su amor no había secretos, por eso eran tan felices. Sabía que en la ciudad, rodeado de hermosas secretarias y compañeras de trabajo, con clientas ricas, con las que se reunía habitualmente, podía tener muchas tentaciones pero ella le quería y no permitía que esos pensamientos la turbasen. Trataba de ocupar su poco tiempo libre en la lectura o en dar largos paseos a la orilla del mar para liberarse de tensiones y de pensamientos perniciosos.
    A veces, echaba de menos aquellos tiempos en los que su duro trabajo le hacía permanecer largas horas ensimismada en sus tareas, para mantenerse distraída, ya que tenía dos personas, que llevaban años trabajando a las órdenes de su madre política, para realizar las tareas domésticas y aunque se dedicaba en cuerpo y alma a la pintura, tenía demasiado tiempo libre para pensar. Sabía también que eran los ojos de su suegra, quien conocía perfectamente cada paso que daba, lo que comía, lo que vestía y, aunque no lo decía en voz alta, lo que pensaba.
    Su marido la llamaba por teléfono varias veces al día, siempre que podía, pero el strées de su trabajo lo mantenía muy ocupado, y cuando ella trataba de comunicarse con él en el despacho estaba trabajando y en casa le respondía su suegra señalándole que todavía no había regresado, por muy tarde que fuese. A menudo recibía la visita de su cuñada, quien siempre le recordaba su existencia anterior al matrimonio, cómo si ella se hubiese casado con su marido por dinero. Cuando le preguntaba al hombre por lo mucho que trabajaba le explicaba que un bufete de tanto prestigio como el de su padre exigía muchas horas de estudio y concentración.
    Al principio no le daba importancia a las incisivas palabras de su hermana política, a quien consideraba su íntima amiga, pero desde que aquella se casase con un conocido político, había ido cambiando lentamente y su estancia con ella en la casa de la playa la dejaba siempre inquieta por los mensajes subliminales que le reseñaba una y otra vez sobre la vida de su amado en la ciudad. Le indicaba que salía con mujeres guapas, elegantes y de familias acomodadas y que por eso él no la había querido viviendo con él en la gran urbe.

    Conforme caía la tarde, la mujer deseaba ya la todavía lejana llegada de su marido. Su suegra le había llamado a primera hora de la tarde diciéndole que no esperase hoy por su hijo ya que acudiría a una fastuosa fiesta de una importante familia de la ciudad. Ella asintió, pero tan pronto colgó el frío auricular del teléfono, fue a refugiarse al lugar al que iba siempre que se angustiaba. Cada vez más a menudo debía recorrer aquel camino que la llevaba a la playa en donde se sentaba mirando al mar. ¡La mar, cuánta serenidad le transmitía!. Allí, sobre la arena, llevaba horas esperando. Se hacía tarde y, pensando en la frialdad de las palabras de la madre de su amado, sus ojos se fueron llenando de lágrimas. No sabía por qué la distanciaban de ellos, ella siempre había permanecido al margen de todas sus intrigas y era feliz. Confiaba en él, pero la espera era larga y tremendamente dura.
    Sentía romper las olas de la mar que en cada gota de su blanca frescura le transmitían serenidad. Allí, en su soledad, intentaba dejar su mente en blanco y pensar que su marido le era fiel. No tenía por qué creer lo contrario, salvo por lo que le decían las personas que no estaban a gusto con ella en la familia. Nunca había desconfiado de él y creía no tener motivos para hacerlo, pero las palabras de aquellas mujeres le producían una dolorosa ansiedad que cada vez le era más difícil controlar.
    Era otoño, y anochecía temprano. A lo lejos sintió el canto inconfundible de un estornino, en una parada de su largo viaje de migración. Le gustaba verlos sobrevolar sobre su cabeza en firme formación.
Allí cerca del agua se le pasaba el tiempo con rapidez, sin ser consciente de ello. De pronto, sintió un escalofrío y se tapó los hombros con el chal de fino encaje que él le había regalado en su primer aniversario de boda. Le había costado un dineral y ella no estaba acostumbrada a recibir regalos tan caros.
    -Un fino chal para acariciar tu dulce piel- le dijo el hombre sin darle oportunidad a replicar.
    Su familia política no había acudido a la celebración. Estuvieron ella y él, juntos, dichosos, viviendo su gran amor lleno de pureza. La consorte estaba radiante con su traje rojo de satén que le marcaba sinuosamente sus suaves curvas; el caballero llevaba traje gris marengo con pajarita. ¡Estaba guapísimo!. La velada había sido maravillosa. Todo el año, cuando estaban juntos, había sido fascinante. Vivían la joven para el hombre, y el hombre para la joven.