jueves, 15 de octubre de 2020

PREVENIR ES VIVIR, por Rhodéa Blasón

 

      En el transcurso de nuestra existencia nos amoldamos a los golpes de nuestra vida según se van produciendo, aprendemos a asumirlos, a vivir con ellos, a luchar y a sobrevivir. Qué palabra más hermosa y a la que tan poca importancia damos: ¡SOBREVIVIR! También somos conscientes de que la vida no es blanca ni negra, si no que tiene un amplio abanico de tonalidades grises que hay que afrontar con valentía y con un colosal esfuerzo, por nuestra parte y por la de los seres que tanto nos quieren y que siempre están con nosotros dándonos su apoyo como mejor saben hacerlo. Yo siempre me remito a una frase que me gusta en especial: “La vida es un camino de rosas cargado de espinas; unas pinchan de forma leve y otras nos traspasan el corazón”. ¿Pero quién nos prepara para los sinsabores que debemos afrontar? ¿Cómo conseguimos forjarnos un carácter fuerte que nos impida sufrir en exceso? ...¡Cuántas preguntas nos podemos hacer y qué pocas respuestas obtendremos!


      Yo soy partidaria de VIVIR lo mejor que podamos dentro de nuestras posibilidades y encarar de frente los problemas cuando surjan. Pero a veces no conseguimos ser felices con lo que tenemos y ambicionamos otras cosas u otras maneras de disfrutar de nuestro caminar que nos impiden ver la realidad. Para ser dichosos necesitamos, sobre todo, algo a lo que no le damos importancia porque nos parece que nos viene dado desde nuestro nacimiento: SALUD. Cuando nos topamos de frente con la cruda realidad de que la lozanía se pierde, se deteriora o desaparece nos volvemos conscientes de lo que la necesitamos para respirar.


En este artículo os voy a contar mi experiencia personal con una de las enfermedades más estigmatizadas que existen hoy en día y a la que todos en general tememos: CANCER. Desde niña en mi casa escuché hablar de este padecimiento con normalidad porque afectaba con crueldad a personas muy queridas y cercanas para mí. Ví sus padecimientos y sufrimientos con dolor en mi corazón y fui observadora en primera línea de cómo dejaban de vivir, a pesar de que se aferraban con fuerza a su existencia. En mis ojos de niña observaba cómo mi padre se agarraba de los pelos, perdiendo casi la cordura, y lloraba como un niño ante la pérdida de las mujeres de su familia a una edad demasiado temprana ante el acecho del silente e insidioso CANCER DE MAMA. No se escatimaron ni medios sanitarios ni cariño con ellas pero se fueron quedando mis recuerdos marcados por su subsistencia, su valentía y el coraje con el que se enfrentaron a una enfermedad contra la que lucharon con pundonor pero que las venció con rotundidad.


      Desde siempre supe que era una persona más propensa que las demás a padecer cáncer, y mucho más cáncer de mama, por eso, desde muy joven me volqué en la prevención. Los médicos de mi confianza a los que acudían estaban de acuerdo conmigo en que prevenir la enfermedad es muy importante: hacerse las revisiones pertinentes, análisis de sangre, mamografías, y explorarse los pechos con asiduidad. Animo a todas las mujeres a que cumplan estos requisitos con fidelidad y compromiso porque es la única manera que tenemos de SOBREVIVIR.

       ¡Prevenir es vivir!


miércoles, 14 de octubre de 2020

"SE DE UN LUGAR ...", por Rhodéa Blasón







     



      La niña, agachada en cuclillas, mojaba sus manos en el agua límpida del pequeño riachuelo que se derramaba desde los caños de la fuente del pueblo. Sonreía al movimiento del líquido elemento tras ser agitado por sus extremidades superiores. Acabó la tarde sentada sobre la tierra seca y viendo nacer los afluentes de aquel riachuelo en miniatura.


     Se convirtió en una inteligente profesora de filosofía que no seguía la lista de los libros recomendados en la asignatura que tantos años llevaba enseñando en el Instituto de Secundaria de aquella ciudad.

     Tras las vacaciones estivales regresaba a las clases con el fin de contagiar a sus alumnos de su amor a la filosofía. Sus primeras clases del curso comenzaban siempre igual:

    -Sé de un lugar en el que una pequeña niña descubrió la riqueza del agua

    Cada año más alumnos la elegían como profesora de filosofía porque "siempre nos hace ver la grandeza de las pequeñas cosas. Aquellas con las que se puede alcanzar la felicidad y que no nos ocasionan ningún agravio económico".


      -"Sé de un lugar ..."

viernes, 9 de octubre de 2020

RESILIENCIA, por Rhodéa Blasón



     El ser humano está demostrando desde hace muchos meses que es capaz de afrontar una situación

extrema en la que nos hemos visto sumidos de la noche a la mañana, aprender de ella e incluso, en la

mayoría de las situaciones, de conseguir salir muy reforzado de este estado. A pesar de ello, a muchas 

personas puede resultarles difícil adaptarse a nuevos escenarios de vida según  sus características  

mentales, emocionales, su fortaleza de carácter y su manera de ver y entender la existencia, pasada y  

futura.

Quienes me leéis sabéis que yo abogo siempre por la belleza de enfrentarse a lo que nos toque

vivir con la máxima positividad. Todo se puede relativizar de manera que podamos verlo con 

optimismo, salvo cuando nos falla la salud. Y creedme, por experiencia propia os digo que en esos 

casos es cuando más hay que ver el “vaso medio lleno”.


      Una persona que sabe ser resiliente siempre saca partido de los momentos duros o de situaciones

extremas sin dejarse vencer por la negatividad o por el exceso de presión estresante que pueda padecer,

piensa en sí misma pero empuja a los demás a caminar hacia la meta, crea sociedad entre quienes viven 

a su alrededor y se mimetiza con ellos para que sepan encontrar lo mejor que tienen en su interior, ...

En estos momentos necesitamos personas resilientes. Existen muchas, pero no saben que lo son.

Precisamos de seres que nos guíen en la senda que se abre ante nosotros con alegría, aunque creamos 

que no se puede caminar; de quien nos dé palabras de aliento cuando nos falten las fuerzas;

de quien nos haga ver la Luz cuando todo esté obscuro, ...



     Nos urge a todos aprender a convivir con resiliencia, adaptándonos a todo lo que intente hacernos

daño y superándolo. Podemos hacerlo entre todos!!!! Sólo es adaptarnos a vivir con positividad, aunque

cada día tengamos zancadillas que superar. Lo importante siempre es conseguir levantarse de nuevo.