"Vivamos siempre con los pies en la tierra, es la única manera de alcanzar nuestros sueños", Rhodéa Blasón
lunes, 13 de junio de 2016
RHODEA BLASON, ''MIRANDO AL CIELO''
martes, 17 de mayo de 2016
Manuel María, “o poeta da Terra Cha”, por Rhodéa Blasón
Para quienes hemos conocido en vida al literato Manuel María siempre permaneceremos marcados por la aguda y firme mirada de sus escrutadores e inquietos ojos, y por la altura de su figura y la elegancia de su porte; cuando hablaba, escuchabas como de cada palabra hacía poesía: musicalizaba la naturaleza, el amor, la cultura, la sociedad, el arte, las tradicciones, …¡Todo lo que sus ojos veían y su mente pensaba! Sin dudarlo, para todos los chairegos Manuel María permanecerá en nuestras mentes como el “Poeta de A Terra Cha” y nos sentimos orgullosos de que el Día das Letras Galegas 2016 le sea dedicado a él. ¡Lo consiguió por méritos propios!
Manuel María era natural de Outeiro de Rey, vivió la mayor parte de su vida en Monforte de Lemos, localidad en la que trabajó como procurador de los tribunales, compatibilizándolo con la literatura, y la muerte le sorprendió en La Coruña. Su carrera literaria se inició precozmente en Lugo junto a Anxel Fole, Luis Pimentel, Juan RofCodina, …descubriendo junto a ellos la realidad social gallega de la época, tanto del país como la de los exiliados en el extranjero. En las tertulias del café Méndez Núñez, junto a los intelectuales que allí se reunían, tuvo consciencia del gallegismo y, a partir de ese momento y hasta su deceso, no cejó en su empeño de recuperar la rica cultura gallega, siempre a través de sus libros, de sus conferencias y de su representativa asistencia a actos sociales vinculados con las tradicciones y la cultura.
A pesar de su semblante serio, Manuel María era un hábil conversador que creía firmemente que con las palabras, bien utilizadas, “podemos cambiar el rumbo de los acontecimientos de la historia”. Podías pasar horas escuchándole hablar amenamente, con su voz arrulladora, y tenía la virtud de saber “sisar” a su público maravillosas sonrisas con su peculiar sentido del humor.
domingo, 1 de mayo de 2016
EL AMOR DE UNA MADRE, por Rhodéa Blasón
La conmemoración del Día de la Madre se celebra cada año el primer domingo de mayo, aunque a lo largo de la historia se ha variado la fecha por motivos casi siempre comerciales. Evidentemente, las Madres deben de tener un día que compartir rodeadas por sus seres más queridos, lo que las llena de dicha e ilusión. Pero no olvidemos que una Madre lo es a jornada completa durante los trescientos sesenta y cinco días del año y sin pedir nada a cambio salvo ver la felicidad de sus amados retoños. Las costumbres se van perdiendo y con ellas muchas de las reuniones familiares alrededor de madres y abuelas, las proles se van independizando con causas estudiantiles, profesionales o por la formación de una propia rama familiar y estar cerca un día concreto del año, es en demasiadas ocasiones, inviable.
Lo que no debemos olvidar nunca es que una Madre siempre tiene presentes a sus vástagos, por muchos kilómetros que los separen de ella o aunque estén cerca; llora sus penas y ríe sus alegrías; es capaz de mecer a su prole con el brillo de sus ojos, acariciarlos con su sonrisa y mimarlos cuando están enfermos, por muy adultos que sean. Una Madre sufre todos los días, manteniendo la unidad familiar compacta, porque la vida de sus hijos sea un poco mejor, por el presente y por el futuro, escucha y entiende, aunque las diferencias generacionales hagan creer a los jóvenes que no es así. Una Madre puede estar cansada, enferma, angustiada, triste, enfadada, sufrida, …pero siempre busca conciliar con sus seres más queridos anteponiendo sus propias necesidades y deseos a los de ellos. Nadie entiende a un hijo mejor que una Madre. Lee en sus luceros y en sus gestos como en un libro abierto, aunque nadie lo crea. Sus silencios son las “palabras” más agrias y duras que una verdadera Madre puede recibir.
¿Cuántas cosas buenas se pueden decir de una Madre? Siempre nos quedaríamos demasiado cortos. ¡Cuánto calla Ella! Lo triste es que nunca nos damos cuenta de lo Grande que puede llegar a ser su corazón hasta que, por desgracia, ya no está con nosotros. Ante su falta, es cuando valoramos de verdad todo lo que llegaba a hacer en nuestro beneficio, porque nuestra existencia fuese mejor, porque no nos faltase de nada y por alegrarnos la vida.
lunes, 7 de marzo de 2016
DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER TRABAJADORA, por Rhodéa Blasón
El día 8 de marzo
se celebra el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Es una
forma de rememorar la larga y solitaria lucha de las mujeres y su
participación en la búsqueda por lograr el reconocimiento de su
igualdad frente a los hombres, tanto en la sociedad como en su
desarrollo íntegro como personal. Este día se ha convertido en
numerosos países fiesta nacional. Pero realmente esta fecha tan
señalada no hace más que conmemorar que un 8 de marzo de 1857 un
grupo de trabajadoras del sector textil decidió salir a las calles
de Nueva York para protestar por las precarias condiciones laborales
en las que trabajaban. Sería una de las primeras manifestaciones de
la historia en las que las mujeres protestaban por adquirir mejoras y
derechos laborales. Posteriormente, el 25 de marzo de 1911 en Nueva
York, también, se incendió la fábrica de camisas Shirtwaist
muriendo 123 mujeres y 23 hombres, la mayoría jóvenes inmigrantes
entre los 14 y 23 años. Fue el desastre industrial más mortífero
de la historia de la ciudad norteamericana y supuso que desde aquel
momento se introdujesen en todas las fábricas las nuevas normas de
seguridad y salud laboral de EEUU. Los trabajadores no pudieron
escapar de las llamas porque los responsables de la fábrica habían
cerrado todas las puertas de salida al exterior como práctica
habitual para evitar robos.
En 1909 Nueva York y Chicago ya
acogieron actos denominados “Día de la Mujer” organizados por
Corinne Brown y Gertrude Breslau-Hunt, destacadas solialistas
luchadoras por los derechos femeninos. Al año siguiente, en Europa
tuvo lugar la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas
celebrada en Copenhague con la asistencia de más de 100 mujeres
representantes de 17 países. Los actos se fueron ampliando cada vez
más hasta que en España, en 1936, tuvo lugar por primera vez una
reunión de tal magnitud. No obstante, no fue hasta 1975 cuando la
ONU (Organización de las Naciones Unidas) institucionalizó el 8 de
marzo para conmemorar las acciones del Día Internacional de la
Mujer y en 1977 se declaró Día Internacional por los Derechos de la
Mujer y la Paz Internacional.
Han sido muchas las mujeres que se
han unido a lo largo de la historia para que en la actualidad el sexo
femenino tenga esa “igualdad” tan deseada frente a los hombres.
Afortunadamente, hoy podemos acudir a la universidad eligiendo
estudios, realizar trabajos que antaño estaban sólo destinados a
los hombres y, por supuesto, trabajar fuera de casa. Pero no nos
engañemos, todavía queda mucho por lograr. Existe una marabunta
humana de féminas que queremos que se nos escuche y que no nos
prebendan ningún beneficio del que no seamos acreedoras y al que no
tengamos derecho. Trabajamos en casa y mantenemos en pie nuestras
empresas o trabajamos con eficacia y eficiencia por cuenta ajena pero
tenemos todavía demasiado camino por andar: las dificultades en la
conciliación laborar para las mujeres abren brechas tan grandes que
a veces les impiden optar a un puesto de trabajo digno, la
desigualdad salarial obliga a una fémina a trabajar 84 días más al
año para ganar lo mismo que un hombre, la contratación de una mujer
suele tener reglas precarias o a tiempo parcial y las tasas de paro
femeninas son muy superiores a las de los hombres. Pero hasta en el
cobro de las prestaciones por desempleo la mujer sale también mal
parada, ya que no están equiparadas entre unos y otras. Tal vez las
mujeres no tengamos familias que mantener, recibos que pagar, hijos
que alimentar o no seamos merecedoras del derecho a acceder a tener
viviendas dignas.
La constitución española de 1978
recoge en su artículo 14 la igualdad ante la ley de las mujeres y
los hombres prohibiendo la discriminación por razón de sexo. No
obstante, creo que deberán pasar todavía muchos años y continuar
con las reivindicaciones para que se suprima cualquier diferencia o
desigualdad que exista entre sexos. El Instituto de la Mujer reseña
con gran acierto que tal y como aseguraba Montesquieu “el nivel de
democracia de un pueblo se mide por el grado de libertad de sus
mujeres”.
lunes, 22 de febrero de 2016
¡APOYEMOS LA LUCHA FRENTE AL CANCER!, por Rhodéa Blasón
Los seres humanos no tenemos otra forma de reivindicar cierto socorro más que haciéndolo visible por medio de dedicarle una jornada de unidad social. Se hace con multitud de dolencias reiteradamente y con las que la inmensa mayoría de la población está intensamente involucrada, por unas razones u otras, y colabora de forma altruista, con su tiempo y su dinero. Pero parece que en algunas enfermedades no se da avanzado con suficiente celeridad y, después de muchísimos años, no se encuentra sanación efectiva. Todos sabemos que el día quince de febrero se desarrolla la fecha de la lucha contra el cáncer infantil, al igual que durante los trescientos sesenta y cinco días del año hay fechas dedicadas a otros tipos de padecimientos cancerígenos. Estoy muy de acuerdo con concienciar a la sociedad para que colabore, cada uno con y como pueda, para tratar de encontrar un remedio que evite esta lacra. ¡Toda ayuda es poca!. La humanidad, por completo, está mentalizada y apoya las múltiples campañas de sustentación frente a la lucha para vencer el cáncer.
Hasta aquí podemos estar todos de acuerdo. Pero yo, que por desgracia he visto morir a tantos familiares míos de cáncer, me pregunto. ¿Qué pasa con la investigación en busca de soluciones acertadas? En este país tenemos unos investigadores inteligentes, dispuestos a trabajar duramente frente a este mal, concienciados de que tiene que existir cura y que trabajan con ilusión y afán, pero es muy triste decir que esos mismos científicos, jóvenes con ganas de contender y mayores con gran sabiduría y experiencia, ven como se les cierran las “puertas” para poder realizar su trabajo con dignidad y éxito: se les arrebatan las líneas principales de investigación por “falta de presupuesto económico”, no tienen mecanismos ni recursos en los laboratorios “porque actualizarlos supone un gran dineral” (parece que es mejor que permanezcan obsoletos), …Y, al final, nuestros excelentes estudiosos contra el cáncer ven todas sus ilusiones, puestas en encontrar remedios, malogradas y deben emigrar al extranjero en busca de nuevas expectativas laborales.
Supongo que como ha sido demostrado en determinadas afecciones existen infinidad de males en los que hay intereses creados para que no se encuentre remedio alguno, ya que existen empresas que ganan más con enfermedades cronificadas que con las extinguidas, políticos que no piensan en mantener laboratorios actualizados o investigadores en su propia tierra, trabajando para erradicar esos padecimientos que ya no deberían existir, tal vez porque es más importante invertir en armas que en curas médicas, …Realmente es triste que en pleno siglo XXI todavía no pueda haber cura total frente al cáncer, aunque felicito a todos los especialistas y estudiosos médicos, quienes trabajan de manera silenciosa, y que ponen sus conocimientos al alcance de los enfermos dándoles cada día más expectativas y calidad de vida, a ellos y a sus familiares. Apoyemos la lucha frente al cáncer.
domingo, 21 de febrero de 2016
LOS DERECHOS SOCIALES DE LAS MUJERES, por Rhodéa Blasón
La lucha de los derechos
sociales de la mujer no se fraguó en un pequeño período de tiempo.
Todo lo contrario, en nuestra historia ha habido féminas que han
expuesto en numerosas ocasiones su vida durante largos años, incluso
generaciones, para que en la actualidad podamos disfrutar de una
supuesta equidad colectiva frente a los hombres. Y digo supuesta
porque, por desgracia, la justicia comunitaria de las mujeres está
sumida en una espiral de confusión y extravío de los derechos
sociales femeninos que hace que las estadísticas indiquen que
nuestra igualdad, que adquirimos a costa del sufrimiento y valentía
de señoras que antepusieron sus contiendas personales, familiares y
laborales a unas vidas pacíficas, se vea mermada de manera silente y
sin quietud.
Las mujeres le debemos el
poder acudir a las urnas a depositar nuestro voto libremente a Clara
Campoamor, una firme defensora de los derechos de las mujeres, quien
en su carrera política consiguió que se estableciese la “no
discriminación por razón de sexo, la igualdad jurídica de los
hijos e hijas habidos dentro y fuera del matrimonio, el divorcio y,
lo que más le costó el sufragio universal (voto femenino)”, que
hubo de ser debatido en las Cortes españolas. La votación se
realizó por sufragio universal masculino, aunque a las mujeres se
les reconoció el derecho al sufragio pasivo, por lo que pudieron
presentarse como candidatas. Eran sólo tres: Clara Campoamor,
Margarita Nelken y Victoria Kent. La primera y la última tuvieron un
destacado protagonismo en los pactos anteriores y durante el debate
sobre la concesión del derecho del voto a las mujeres. Consiguieron
los apoyos de algunos hombres que creían que las mujeres nunca
serían merecedoras de depositar en las urnas una lista de votación
y lo hicieron gracias a la argumentación positiva de ambas que
luchaban con tesón por sus ideales. En aquellos momentos eran muchos
los machos que pensaban que las mujeres no sabían pensar ni tomar
decisiones y que su terea era la de traer hijos al mundo para que
perdurase su linaje.
La vida de Clara Campoamor
fue una vida difícil: huérfana de padre trabajó de costurera con
su madre, hizo de recadera y dependienta en comercios, y fue
telefonista. Su mente inquieta y aperturista le señaló que la mejor
manera de tener trabajo fijo era presentándose a las oposiciones del
Cuerpo de Correos y Telégrafos. Su inteligencia avanzada y su gran
capacidad de aprendizaje le ayudaron a que sacase el número uno en
los exámenes y se convirtiese así en funcionaria. Trabajaba y
enseñaba a leer y a escribir a las mujeres que no habían tenido la
oportunidad de mejorar socialmente como ella. Continuó sus estudios
hasta hacerse abogada. Su madre, que era modista, le confeccionó un
hermoso traje para que lo luciese el día de su exposición en las
Cortes a favor del voto femenino. Era una mujer conciliadora y
negociadora que consiguió, que a partir de entonces, las hembras
tengamos unos derechos sociales que si no logramos sustentar pronto
comenzaremos a perder.
Conseguir el voto para la
mujer, en la Constitución de 1931 durante la Segunda República, la
extenuó intelectual y socialmente, y acabó con su carrera política
en España. Al estallar la guerra civil se exilió a Lausane en donde
murió ciega y víctima de un cáncer. ¿Qué pensaría hoy esta gran
mujer al ser sabedora de que las damas cobramos menos por ejercer el
mismo trabajo que los hombres? ¿Qué sentiría al saber que algunas
empresas hacen firmar contratos a la mujer en los que se comprometen
a no tener hijos, padres a su cargo o maridos enfermos a los que
cuidar? No voy a seguir poniendo ejemplos, que serían demasiados, de
lo que ocurre en la sociedad laboral actual. Yo he tenido la suerte
de que nunca he cobrado menos que un hombre por ejercer el mismo
trabajo, pero me encolerizaría notablemente que mi hija tuviera que
sucumbir ante tal precaria situación laboral o que tuviese que
elegir entre ejercer su derecho al trabajo y el derecho a ser madre.
Existe una generación intermedia
que piensan que los derechos nacen con ellos y que las mujeres nunca
hemos vivido mejor, pero yo no estoy de acuerdo y no me gustaría que
nadie vilipendiara o agraviase laboralmente a las jóvenes de mi
familia. Sería un insulto a nuestra inteligencia, a nuestros
derechos sociales y al arduo trabajo realizado por Clara Campoamor.
miércoles, 3 de febrero de 2016
LA MIRADA
¿Cuántas personas observamos con brillo de felicidad en su mirada? Es una atribulada realidad comprobar que cada vez son más excasas. La existencia sólo es fácil y asequible para una reducida fracción de la sociedad, pero la mayoría de los seres subsistimos con un “cofre” abrumador sobre nuestras espaldas que carga con nuestros problemas, incertidumbres, tormentos y aflicciones que nos perturban el alma. Algunos propios de la vida cotidiana, otros, más trágicos, causados por la salud, y, en la mayoría de las situaciones, creados por nosotros mismos ¡ilusos de la vida!. No sabemos vivir con sencillez y coherencia, lo que nos atormenta son pensamientos egoistas, avaros, envidiosos, mezquinos y arribistas que nos impiden presentar esos rayos luminosos de dicha y prosperidad en nuestros luceros. Para vernos colmados de fortuna y satisfacción debemos ser personas abiertas y afables, sin malos sentimientos ni pensamientos, que lo único que hacen es intrigar en nuestra mente consiguiendo muy pronto nuestra infelicidad, y, por supuesto, debemos separarnos de tantos seres taimados como conviven en este mundo.
En la calle principal de localidades pequeñas en las que todos los habitantes se conocen entre sí uno puede ver a muy pocos paseantes, los que observa llevan la cabeza gacha y su mirada fija en las piedras que pisa o con cascos en las orejas, no sé si escuchando música o la radio, pero sin dirigir sus ojos a nadie en concreto. Parece que los seres humanos nos escapamos unos a otros; no nos interesa relacionarnos para que nadie conozca nuestras miserias mundanas del día a día y no nos damos cuenta de lo importante que es apoyarnos férreamente. El ser humano es en sí mismo un ser social y la sociedad consiste en que las personas que convivimos nos relacionemos unas con otras de forma digna y ateniéndonos a las normas de la urbanidad y la buena educación. Pero , ¿qué difícil es alcanzar la interrelación entre las personas? No nos hablamos, no nos escuchamos, no nos vemos, no miramos de frente a los demás y, de esta manera, y sin brillo en los ojos, los seres humanos lo único que conseguimos es empobrecernos humana, cultural, intelectual, social y emocionalmente. Crearemos una sociedad que se paralizará por falta de sociabilización, de comunicación, de empatía,… Viviremos en un mundo al que le falten los “goznes y los pernios” necesarios para continuar nuestra necesaria evolución natural, por lo que los “engranajes” comenzarán a rodar al revés e iremos socialmente a la zaga de otras comunidades.
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