La mujer llevaba demasiado tiempo sola. Mas del que nunca había pensado y del que hubiese querido permanecer en soledad.Había tenido una vida dura y había perdido su juventud dedicada a su marido y a criar a sus tres hijos. A ratos y, después de ser ama de casa, ganaba unos duros cosiendo para mujeres ricas. De esta manera, y tras muchos sacrificios económicos, su marido, que trabajaba en el viejo aserradero del pueblo llevando la contabilidad, y ella, lograron pagar un pequeño piso en el que vivían con su descendencia. Era un tercero derecha, muy soleado, y con una pequeña habitación para dedicarla a sus labores. Ahorraban con mucha ilusión para que sus hijos, a los que amaban profundamente, pudiesen ir a la universidad y hacerse hombres con un buen futuro. Las privaciones de los padres no se tenían en cuenta, ya que se anteponía siempre la educación de sus retoños. Y para ella, todo era poco. El mayor se hizo medico, el mediano abogado y el tercero profesor.
El matrimonio había alcanzado su sueño. Los hijos consiguieron trabajo, empezaron a viajar por el mundo, se casaron y las visitas a casa de sus padres se hicieron cada vez más esporádicas. Mientras, el marido enfermó sin remedio y la mujer se dio cuenta de que no sabía cómo comunicarse con sus hijos, tan atareados con su vida y su trabajo. La enfermedad fue dura y larga, y logró consumirla no poderse poner en contacto con sus hijos. No tenía ni su teléfono ni su dirección. Siempre eran ellos los que llamaban muy de cuando en cuando. ¡Y llegó el fin! Enterró a su marido sola, con una gran pena. La asistían algunos vecinos, pero eso no hacía que su corazón le doliese menos. La angustia y la soledad indeseada la rompían de dolor. A esto se sumaba su ignorancia en cuánto a los papeles del hogar, ya que cómo buen administrador los llevaba meticulosamente su finado esposo.
Los meses pasaban y con los gastos del entierro, y con lo que habían invertido en los estudios de sus hijos se dio cuenta de que no tenía mucho dinero en efectivo, apenas le llegaba para pagar pequeñas facturas y para frugales comidas. Entonces decidió vender el piso que tanto esfuerzo económico les había costado. Poco dinero le dieron por el, ya que todas eran pegas: no tenía ascensor, carecía de calefacción, no tenía terraza, miraba al norte por lo que era más frío que si mirase al sur. ¡Cuántos defectos tenía su casa de toda la vida!; aquella para la que tanto habían ahorrado ella y su marido.Los recuerdos se agolpaban en su mente pero tuvo que ser práctica para continuar viviendo.
Cogió el poco dinero que le dieron por el piso y se fue a vivir a una residencia de la tercera edad. Era joven todavía, pues sólo tenía sesenta años, pero sus manos estaban envejecidas y torcidas por la artrosis, y en su rostro marcado por las arrugas estaban retratados cada uno de los años que llevaba sin saber de sus hijos a los que les habían dado todo incondicionalmente y que nunca regresaron a casa. En la habitación del geriátrico veía pasar ante sus ojos cada penuria, cada temor, cada día de soledad y se preguntaba si era normal. No deseaba ser un estorbo para nadie, pero creía que sus hijos podían preocuparse por ella. No tenía constancia de que supieran de la muerte de su padre, y la soledad en la que se encontraba la angustiaba. Pero en las zonas comunes de la residencia fue capaz de ver que su caso no era único. En cada una de las personas que allí vivía se repetía la misma historia. Algunas de ellas cargadas de tristeza y humillaciones. Los mayores también sufren, aunque, en muchas ocasiones no quieran demostrarlo, pero su experiencia les hace ver mucho mas allá. ¡Qué pena que después de darlo todo, algunos tengan que acabar sus días completamente solos y sin el cariño y el afecto de sus seres queridos!.
Joder, tío, me has chafado el día, que historia tan triste y tan real...
ResponderEliminarhttp://misrelatosyesteblog.blogspot.com.es/
Perdona por lo de "tío", eres una mujer.
ResponderEliminar¡Qué triste! Me dejaste un amargo sabor de boca, pero me gustó mucho y se puede sentir el pesar de la pobre mujer.
ResponderEliminarRhodea te he dejado un premio en mi blog. Besos.
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