domingo, 28 de junio de 2015

¿Sal o azúcar?

19-06-15
Rhodéa BlasónNuestra existencia es un compromiso que nos obliga a subsistir con responsabilidad, seriedad y madurez. No seleccionamos ni escogemos el instante, el linaje, ni el emplazamiento en el que iniciamos el trayecto de la vida. Arribamos al planeta despojados de opulencias o fortunas, aunque tras el alumbramiento el recién nacido portará el lastre de azúcar o sal que conservará y acarreará mientras viva, conforme le atribuya el clan que le dé sus apellidos. Evidentemente las coyunturas que deba sortear vigorizarán la energía con la que desafíe las dificultades y contrariedades que puedan transformar su posición y circunstancias naturales en propicias o dificultosas.
¿La sal o el azúcar? No hay autoridad suprema en la tierra que pueda permitirse o facultar dictamen alguno ante tamaña alternativa. El seno de la familia y las disyuntivas que rebasemos hasta el trance de nuestro deceso harán más agria, afligida o amarga la senda a seguir o más dulce, grata y afable el trayecto a transitar: ¡sal o azúcar!. Tal vez no nos demoremos excesivamente cavilando o recapacitando sobre esta controversia vital porque, pobres ingenuos, no sospechamos que la duración de nuestra vida consiste señeramente en un sucinto aliento: se interrumpe en un segundo.
¿Tribulación o bondad? Los seres humanos no reconsideramos ni intuimos que nuestro existir verdaderamente es tan exiguo, porque no incorporaríamos sal a las llagas del prójimo para incendiarlo de tortura y calvario sin interesarnos el suplicio que haya de tolerar o las tribulaciones ante las que tenga que sucumbir. Antagónicamente si a nuestros rivales les convidamos a la melosidad del azúcar les empujaríamos a replantear su antipatía y desavenencias trocándole de coraje y entereza para controvertir su desconocimiento en agradable benevolencia.
Responsabilidad, seriedad y madurez. ¡Amplios espectros de un mundo lleno de quimeras! Los mortales no nos conducimos conforme a estos atributos desde el prisma de la ética: no somos responsables moralmente y no aplicamos la seriedad ni la madurez en nuestro camino vital. Poseemos, y nos jactamos de ello, una ignorancia íntegra y totalmente supina de lo que la conducta moral nos reivindica y nos granjea hasta nuestro último aliento, sobrellevando sobre nuestros lomos circunstancias pavorosas y espeluznantes, inverosímiles para quienes poseen un proceder profundo e íntimo y acatan los preceptos más versados de las obligaciones de los hombres.

jueves, 18 de junio de 2015


¿Respeto o temor?

11-06-15
Rhodéa Blasón¿Respeto o temor?. Es una desventura que nuestra sociedad no sepa el significado de estos vocablos en la coyuntura convulsa en la que existimos. Pero es peor que la humanidad se estimule por tantos seres que confunden ambas palabras sintiéndose adalides en conciliábulos de zopencos y mentecatos. Amedrentan a quienes creen frágiles de carácter bajo el yugo de sus estulticias y algunos no se conforman con este atropello sino que consiguen maltratar de hecho a sus semejantes. Machos y hembras desafían y coaccionan neciamente y porfiando al resto de la humanidad por suponerse erróneamente seres superiores. Dentro de la familia humana no existen seres supremos venturosamente, sino individuos que tenemos la responsabilidad de Ser y Estar y coexistir armónica y correctamente unos con otros.
Respetar es querer, honrar, admirar, considerar, ennoblecer, … a quienes nos encandilan con una conducta y proceder encomiables. El respeto se adquiere con quehaceres y procederes ejemplares, pero esto los aviesos no lo disciernen ni intuyen por su carencia de ilustración y erudición. ¡No dejan de ser imbéciles mentales, espirituales e intelectuales!. Cuando estos débiles cerebrales fracasan en su existencia desarrollan un engrandecimiento propio ilusorio y ficticio que les hace proceder como palurdos y ceporros engatusando con su propia ignorancia a algunos y decepcionando a los más despiertos y avispados.
Temor es asombro, desasosiego, espanto, desconfianza, …Ningún talante firme se deja apabullar por mastuerzos sin cultura por muy prepotentes que quieran aparentar. El despotismo, el abuso y la dominación no son atributos de criaturas ejemplarizantes y deberíamos erradicarlos de la sociedad en la que vivimos.

martes, 2 de junio de 2015

Mi artículo semanal en el diario Cronica3
La Convivencia......¿UNA UTOPÍA?


¡Qué difícil resulta la convivencia entre los seres humanos! En el ámbito de las familias, de los trabajos, con los amigos, en situaciones de asueto, entre vecinos, …. en cantidad de coyunturas que enredamos inconfundiblemente los mortales. Convivir es respetar, tolerar, comprender, empatizar, forjar vinculaciones afines bajo lazos de educación, civismo y corrección.
Pero el impedimento de cualquier tipo de coexistencia o relación resulta de querer ser superior a nuestros semejantes, de no alcanzar la equidad en nuestras acciones para con los otros, de querer imponer nuestra voluntad sin pensar en los perjuicios que esto pueda originar en las demás personas, en soñar con una mansión monumental, mientras permitimos que se nos empequeñezca el alma, la moral y la voluntad.
¡Los seres humanos deberíamos convivir en armonía! Bajo las pautas de una esmerada educación no sería imposible que los individuos cohabitemos en concordia, pero con escasos abriles asimilamos obstáculos y traspiés que se agrandarán conforme cumplamos primaveras. Desde mocosos aprendemos la dificultad de las relaciones entre los humanos producidas principalmente por un afán de protagonismo desmedido, por nuestra exigua formación y alentada, en incontables oportunidades, por nuestros progenitores.
La convivencia en equilibrio …¿una utopía? La sociedad ha sido corroída por una marabunta de defectos y vilezas que han arraigado en ella y que no serán detenidos obviamente ni por la pátina de las mejores capacidades sociales, mientras no evolucionemos y renovemos nuestra ética. Debemos ser mejor personas desde lo más profundo de nuestro corazón, solidarizarnos con los problemas y situaciones vividas por los otros, …en definitiva, aliviar y restablecer la humanidad en la que existimos de la cantidad de pandemias colectivas que la asolan si deseamos que nuestros vástagos hereden una vida social mejor.