Con cerca de cien años continúo admirando la vida cada día, observando las pequeñas cosas que me hacen sonreír de felicidad y que me transmiten una paz interior que ayuda a que mi espíritu y mi alma crezcan siempre positivas. Nunca creí poder llegar a esta edad, pero doy gracias a la Naturaleza por haberlo permitido, aunque en mi corazón también existe la pena. Un sufrimiento que me acompaña haciendo sangrar mis entrañas y que no puedo evitar. El olvido que me demuestran mis seres queridos. Me trajeron a esta residencia con sesenta y dos años porque mi movilidad física era reducida y me convertía en una carga para mi esposo, hijos, nueras, ... Nunca más he vuelto a saber de ellos. Intenté llamarlos por teléfono, escribirles cartas, ...pero no he recibido ninguna noticia.
Quizá por eso, después de llorar hasta la extenuación, no busco la precaria felicidad de mis días en las personas, sino en los olores, en los cantos de los pájaros, en las páginas de los libros y en mis pinceles que sobre el lienzo pintan mis estados de ánimo. Dicen que no lo hago mal del todo, y muchos de mis cuadros adornan las pareces del centro en el que resido. Por eso, allí a dónde me desplazo en mi silla de ruedas, puedo ver lo que ya hoy mis viejos ojos no pueden percibir, pero hace algunos años sí lo hacían. Las pequeñas y bellas cosas que me sujetan con firmeza a la vida. Este es el hecho que consiga que mi mente perdure activa y soñando con lo que pintaré mañana.
Muy bello Rhodea. Llegas al corazón de las personas.
ResponderEliminarDicen que mientras consigamos preservar la capacidad de asombro (ante la belleza y las cosas que lastiman) y la de empatía vivas y presentes, conservamos el espíritu joven y con ganas de seguir soñando. Creo que es verdad. Buen relato que nos traes para reflexionar y actuar. Muchas gracias por sumarte.
ResponderEliminarun abrazo
A pesar de una vida dura hay personas que eligen seguir encontrando la belleza que le rodea, eso las mantiene viva.
ResponderEliminarUn beso.
el sentido de la vida, es vivirla. Pasamos, queremos dejar huella por todos lados, luego el circulo se va cerrando hasta quedar los auténticos. La vejez puede ser otra etapa buena, a la que hemos o debemos haber dedicado toda la vida preparando
ResponderEliminarlo que tenga que venir
Es un relato triste al comienzo, pero después prima la esperanza, el encontrar consuelo y descargo en el arte es algo maravilloso. Un beso.
ResponderEliminarRelato lleno de ternura y tristeza, donde la vejez no es un obstáculo para disfrutar de la belleza, gracias a los colores de la pintura.
ResponderEliminarUn abrazo
La vejez forma parte de la vida y aunque se tenga por se movilidad no es impedimento para ver la belleza desde el interior.
ResponderEliminarMuy tierno tu relato.
Besos.
Hola, Rhodea.
ResponderEliminarLa belleza de la vida es inmensa ya que la aventura de estar en este mundo nos ofrece la oportunidad de disfrutar la naturaleza de este planeta. Muy poético texto, encantador.
Saluditos
Triste lo que relatas en tu aportación pero fiel reflejo de lo que te hace estar viva, a pesar de las tristezas, la ilusión por lo que vas a hacer al momento siguiente.
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