....Visita en el convento
Transcurría bien entrado el mes de octubre en el convento de los padres franciscanos de Tasín. Sus escasos atuendos no les protegían del frío otoño que había llegado cargado de tormentas. ...Y ellos en sandalias. Habían hecho voto de pobreza para poder convivir entre aquellas paredes de piedra llenas de sabiduría acumulada a lo largo de los siglos. No hablaban mucho entre ellos, pero sí visitaban la biblioteca del monasterio siembre que los trabajos de la jornada se lo permitían.
Fray Antón, encargado de la cocina, no sabía como explicarle al Prior que la despensa tenía pocas viandas para afrontar el duro invierno que estaba por llegar. Pero además, había un asunto que no le agradaba que se supiese y menos quien mandaba allí.
El fraile cocinero, ingenioso él, intentó solucionar el tema por sí mismo poniendo pequeños trocitos de queso por los rincones de su cocina, su despensa y su comedor. Pero el Prior, a quien no se le pasaba nada por alto, lo pescó cuando acababa de preparar la sopa de calabacín con la que cenarían aquel día.
-¿Qué sucede hermano, que con tanta falta de alimento como tenemos, no se le ocurre a usted nada más que andarlo tirando por todos los sitios?, -su voz, lenta y grave, y su enorme estatura se dirigían al fraile Antón directamente esperando que la respuesta fuese satisfactoria.
-Padre Prior, -respondió fray Antón-, ya sabe usted que soy un cocinero concienzudo. Me gusta hacer bien mi trabajo y lo realizo con alegría. Pero los visitantes no quieren abandonar las habitaciones que utilizo por el día.
-¿Qué visitantes?, -respondió el responsable del monasterio
-Pues que una manada de ratones se ha adueñado de mi cocina y no soy capaz de cazarlos, por eso los trozos de queso por las esquinas, para llevarlos a las ratoneras que tenía escondidas en la parte trasera de la despensa.
-Ahh!, -dijo el Prior. Así que teníamos visita en el convento y usted no lo ha compartido con los demás miembros de la congregación