lunes, 6 de mayo de 2013



LA LLAVE, de Rhodea Blason

Caminaba con suma firmeza musicalizando su andar con el ruido que hacían sus elevados
y finos tacones sobre el duro asfalto de la acera de la Calle Real. El sensual movimiento de sus
suaves caderas hacía que muchos viandantes girasen su cabeza cuando ella pasaba con su porte
erguido. Era esbelta, elegante, muy guapa, con su hermoso cabello rojizo bailando al viento, y
sabía cómo sacar el máximo partido a sus atributos físicos. Le gustaba respirar el cálido aire de
la primavera que llegaba a su nariz con un dulzón olor a azahar, que provenía de los árboles que
adornaban y daban sombra a la ancha calle principal de la localidad. Miraba al frente, sin fijarse
en los peatones que se cruzaban con ella, con un semblante alegre que todavía la hacía parecer
más atractiva. Había pasado demasiados meses imaginando lo que podría pasar hoy, en la
reunión que mantendría con sus tíos en relación a la herencia de sus antecesores.
La partición de cualquier herencia, pequeña o grande, siempre supone envidias y egoismos
por parte de los herederos, ya que hay alguno que quiere su parte y la de los demás, y aún así
no se siente satisfecho. En esta situación estaba Eloísa, considerada por sus tíos “el patito feo”
de la familia, ya que pensaban que no tenía dinero ni patrimonio. La mujer, huérfana de madre,
desde demasiado joven se había forjado un buen futuro trabajando duramente desde la
adolescencia. El mérito no fue de ella sola. Había conocido con poca edad al que era su marido,
un auténtico “aguila” para los negocios, y los dos, trabajando codo con codo, juntaron unos
ahorros y un curioso patrimonio que les permitía vivir con comodidad.
La herencia de sus padres era únicamente de ella, ya que había sido hija única por motivos
elegidos por la naturaleza. Sus tíos no decían nada, pero en lo más profundo de sus mentes
germinaban los egoistas pensamientos de por qué ella tenía más que ellos. No se daban cuenta
que su vida había sido muy dura y que estuvo basada siempre en la sencillez y la humildad,
mientras que sus tíos vivían en la ostentación de lo que carecían. Eloísa, con su marido y sus
hijos, viajó, conoció mundo, continuó estudiando gracias al apoyo de quien tanto la quería,
vestía bien, solían cenar fuera varias veces al mes, pero nunca derrochaban su dinero.
Todavía le quedaba cerca de un kilómetro para llegar al lugar en el que se celebraría la
reunión familiar, a la que desde hacía años tenía miedo. El corazón le palpitaba con rapidez.
Sabía que sus tíos se tirarían como auténticos”buitres” sobre lo que le correspondía a ella por
herencia de sus abuelos: le dejarían la peor parte e intentarían embrollarlo todo para que
tuviera que pagarles por algo que por derecho propio era suyo. Sabía que la negociación
sería dura, sin tregua, porque, desde siempre, la consideraban débil, porque no lograban
distinguir entre no querer discutir con idiotas y tener la razón.¡En el fondo le daban pena
porque nunca llegaban a nada!.
Cuando abrió la puerta del local en el que se desarrollaría la reunión, vio los ojos de los
que por sangre eran sus tíos, pero por acciones eran sus enemigos, ya que querían quedarse
lo que por ley le pertenecía a ella. Los miró, uno a uno y con frialdad, fijándose en cada una
de aquellas miradas vacías en las que veía la firma del egoismo. Al cerrar la puerta tras de sí,
vio, con gran cinismo e hipocresía, como cada uno de ellos se levantó de la silla que ocupaba
para plantarle dos besos en cada lado de su cara. Alguno venía acompañado de sus abogados,
otros de sus gestores y Eloísa estaba totalmente sola. Su amante marido había querido
acompañarla pero ella le dijo que prefería solucionar el asunto ella sola, ya que sino nunca
sería quien de enfrentarse a ellos, y eran demasiados años los que llevaba ahogada por su
implacable yugo.
Durante largos minutos se habló de vanalidades sin sentido. Eloísa se sentía incómoda
porque no quería ser ella quien comenzase a hablar de la herencia y parecía que los demás
no tenían prisa en hacerlo. Pero cuando menos se lo esperaba, el prestigioso abogado de
uno de sus tíos comenzó la reunión, divagando lentamente en cuestiones que Eloísa creía
que estaban perfectamente claras y que no eran motivo de discusión. Luego, uno por uno,



fueron eligiendo lo que querían para sí de aquella herencia que tanto había sudado su padre.
Obviaban a Eloísa, nieta de un hombre justo al que no le gustaría ver a sus hijos enfrentados
de aquella manera, y ella permanecía callada. Todos eligieron y repartieron pisos, bajos, dinero,
tierras, … ¡Parecía que ella no estaba allí, porque no le adjudicaban nada!.
Les dejó que siguieran haciendo demagogia barata, porque entre ellos no eran capaces de
ponerse de acuerdo.
-El piso de arriba vale más que el de abajo, me hay que pagar la diferencia- dijo el más
egoista de todos
Y ella veía con absoluta incredulidad como accedían a pagarle sus hermanos, después de
haber sido él el que escogiese aquel piso precisamente. Se apuntó en su herencia, fincas,
pisos y dinero porque decía que se sentía perjudicado por lo que “le había tocado”.
Eloísa, después de ver aquel esperpéntico espectáculo, no daba crédito. Pero tuvo suficientes
fuerzas para carraspear. La primera vez no la oyeron porque lo hizo tímidamente, pero la
segunda tosió con la fortaleza que le daba pensar en sus hijos y en su marido, realmente su
única familia.
Entonces todos callaron y se volvieron sus miradas a ella.
-Tranquila tú tienes la finca de las Moreras -le dijo otro de sus tíos -y como es grande
tendremos que ponernos de acuerdo a ver cuánto te toca pagarnos a cada uno.
Pero si la finca que le dejaron era la peor, pensó Eloísa, me toca por herencia y todavía
pretenden cobrarme por ella, me están estafando directamente. En aquellos momentos echó
de menos a su esposo, allí haciéndole compañía y no dejando que la explotasen aquellos
negreros que nunca trabajaron ayudando a su padre y ahora se peleaban por lo que él había
dejado.
El último tío que había hablado se dirigió a su abogado:
-Es mejor que hagas las cuentas para saber qué le toca a mi sobrina, ya que una vez que
lo sepa puede marcharse cuando quiera.
¡Pobres estúpidos!. Eloísa y su marido temiéndose lo peor, habían estado investigando en
los papeles de su abuelo y sus padres. Habían pedido “hojas simples” para saber quienes
eran los propietarios de todo lo que había. Pero lo habían hecho demasiado tarde, ya muchas
fincas habían sido vendidas por sus tíos, mediante trampas acogidas a vacíos legales. Aún así,
estaban tan cegados por quien se llevaba la mejor parte que no se dieron cuenta de la excesiva
tranquilidad y calma que desprendía Eloísa.
Cuando Eloísa se cansó de oirlos decir sandeces, se levantó y les dijo con voz fuerte:
-No sé por qué discutis tanto si yo soy quien tiene La Llave para resolver esta herencia
Sus tíos se miraron y comenzaron a reirse sin dar crédito a lo que acababan de oir. Eloísa
podía leer claramente en sus duras caras “¿qué dice esta insensata?”.
-Lo tuyo ya está solucionado -le contestó otro tío- No tienes de qué preocuparte. El día que
vayamos a la notaría firmas y ya eres dueña de la finca que te tocó.
-¿Pero es que no os dais cuenta? -preguntó Eloísa elevando la voz más de la cuenta. -¡Os
estoy diciendo que todo lo que hacéis es valdío. La llave para arreglar todo este embrollo la
tengo yo.
-¿De qué Llave hablas? -le preguntó el abogado de uno de sus tíos
-Estáis repartiendo la herencia sin contar conmigo, y yo soy la única que puede hacer
efectiva esta herencia. Sigo diciéndoos que yo soy La Llave para que esto se arregle. Aunque
no lo creáis. Los papeles del Registro de ls Propiedad así lo exponen.
Volvieron a mirarse nuevamente y esperaron a que Eloísa se explicase:
-Sois demasiado egoistas para ser buenas personas. Creéis que sois lo suficientemente
inteligentes como para saberlo todo, pero a pesar de traer a vuestros abogados, no habéis
hecho bien el reparto de la herencia. Estáis repartiendo humo, ya que los solares en donde


están construidas las casas de las que ya os adjudicásteis los pisos que os convinieron los puso
vuestro padre, mi abuelo, a nombre de mi padre. Por lo tanto, os vuelvo a decir que no podéis
repartir nada sin contar conmigo que tengo La Llave, es decir, soy la dueña del terreno y
conmigo tendréis que arreglar debidamente si queréis que os firme en la Notaría.
Eloísa tuvo que parar para coger aire y respirar, se notaba acalorada y nerviosa, no se
atrevía a mirar a sus tíos a los ojos, por lo que con la vista baja esperó a que alguno de ellos
dijese algo.
-Pero somos familia -señaló lentamente el más joven de todos -no serás capaz de hacernos
esto.
-Por supuesto que sí, no os quepa la menor duda. Durante demasiados años no me habéis
tenido en consideración para nada. Sé que me habéis estado robando, pero la “vengaza es un
plato que se sirve frío”. He sabido esperar, y ahora sólo reclamo lo que me pertenece, no lo
que digáis vosotros malditos egoistas y avariciosos. En cuanto a mi familia, sólo lo son mi
marido y mis hijos. Con vosotros no se puede contar para nada, salvo para vuestro propio
beneficio y eso a mí no me vale.
Se dieron cuenta de que Eloísa hablaba en serio, el aire estaba cargado, y
ella seguía permaneciendo en pie, traspasando el peso de su cuerpo de un pie a otro.
Nadie hablaba, sus tíos la miraban con odio. Era consciente y obvio que no habían valorado
que el terreno fuese de ella. ¡Qué bien hacían las cosas los mayores!
Como no le hablaban cogió su carpeta y su bolso, se dio la vuelta y salió de aquel lugar
en el que parecía que faltaba el aire. Ella actuaba conforme a su conciencia, teniendo La Llave
de la negociación, no podía permitir dejar a sus hijos sin la herencia de su bisabuelo. Ya
en la calle le rodaban gruesas lágrimas por la cara y casi no podía respirar. Se sentía
impotente ante la maledicencia de sus tíos, pero contenta por haberles plantado cara.
La Llave de la herencia la tenía ella, y se repartiría, sin egoismos y sin avaricias....Y
desde luego, no les dejaría que le robasen nunca más.


miércoles, 24 de abril de 2013

GRACIAS, GRACIAS

    De que formas más hermosas se puede demostrar el amor, el cariño, el apoyo, la complicidad,...entre una pareja, entre nuestros hij@s, entre la familia, ,..... Ayer fue un día afortunado para mí. Supe que con un texto propio formaría parte de la ANTOLOGIA LA LLAVE, iniciativa del blog KISS A BOOK, con compañer@s a los que no conocía pero ahí estaba mi amiga Kass Finol. Me alegro de poder compartir esta antología con todos ell@s.

     Pero a media tarde, alguien que me conoce demasiado bien, y que está a muchos kilómetros de mí, supo ver mi estado de ánimo a través de las palabras y me regaló el enlace que os adjunto aquí por si alguien lo quiere ver. Gracias a ese hombre, que forma parte de mi corazón, por este "agasallo tan fermoso". Bicos, Besos

    http://www.youtube.com/watch?v=yUgU7_CHtf4

    Espero que os guste y que no lo necesitéis porque vuestra autoestima esté en los límites en los que debe estar.
     Rhodéa Blasón

martes, 23 de abril de 2013

ANTOLOGIA LA LLAVE A PUNTO DE PUBLICARSE


    Hoy, día del libro, no podía recibir mejor regalo que la inclusión de un texto propio mío dentro de la recopilación de relatos inéditos que componen la ANTOLOGIA LA LLAVE, maravillosa iniciativa del blog KISS A BOOK. Pronto será publicada y podréis ver la calidad de los trabajos de cada autor/a.

   Enhorabuena a tod@s

sábado, 20 de abril de 2013

PARTICIPO EN EL LIBRO COMPARTIDO "SIN ESPINAS"




    Desde el blog ACOMPAÑAME se promovió la idea de crear el Reto San Valentín formando un libro con relatos de diferentes autores entre los que estoy orgullosa de encontrarme con un texto titulado "¡Qué hermoso es el amor!. Desde mi blog doy las gracias a ACOMPAÑAME por iniciativas como esta, así como felicito a tod@s l@s escritores que forman parte conmigo de este libro de descarga gratuita en el enlace:

http://podemos-juntos.blogspot.com.es/2013/03/ya-puedes-descargarte-el-libro-del-reto.html

    Espero que os guste y que seáis felices leyendo los relatos que conforman este libro.

Enhorabuena a mis compañer@s

Rhodea Blason
 

jueves, 18 de abril de 2013

PREMIO BLOGGERO

Muchas gracias a mi amiga Tere Oteo Iglesias de Amentia por otorgarme este bonito premio

Siete cosas sobre mí:
1.- La escritura es para mí una necesidad imperiosa de mi alma
2.-Leo todo lo que cae en mis manos, no me importa el género: desde líbros, cómics a diversos periódicos
3.-Me agrada enormemente el olor a hierba recién cortada
4.-Me gusta ver las cumbres de las montañas cubiertas de nieve
5.-Prefiero la calor al frío, el verano al invierno
5.-Mi libro preferido, y el que mayor número de veces he leido,  es "La tía Tula", de Miguel de Unamuno
6.-El mar está siempre presente en mi vida, en mis textos y en mi mente
7.-Me fascina escribir aforismos

Puntos..., se le conceden a:
Tere Oteo Iglesias
Nieves H.Hidalgo
Angy W Mhe
Itsy Pozuelo

miércoles, 17 de abril de 2013

A VOSOTROS ...¡AMANTES!

                                                                                          Junto al mar, 13 de marzo de 2013

          A vosotros... ¡amantes!:

          Sois un claro ejemplo de amor verdadero en estos tiempos en los que parece
que este profundo sentimiento ha desaparecido por completo. Puedo contemplaros
mientras percibo vuestro duradero enamoramiento que me hace querer ser como
vosotros llegada a mi vejez. Mis claros ojos, cegados por la luz solar de un frío día
de invierno, en los que las altas cumbres que rodean mi pequeña y hermosa aldea
permanecen cubiertas con el blanco manto de la nieve, pueden observar un mara-
villoso ejemplo de amor verdadero.

          Permanezco sentada junto al mar, mirando el vaivén de las olas rompiendo
contra las rocas y meciendo las pequeñas lanchas de pescadores amarradas a
tierra por el mal tiempo. Con sus vivaces colores conforman un fantástico cua-
dro del que cualquier pintor quisiera ser signatario. Es mi lugar favorito para
reflexionar sobre la vida, mis sentimientos, ...y, sobre todo, para respirar el aire
salino que desprende el amplio piélago marino que se abre ante mí.

          De pronto, en uno de esos momentos en los que me encontraba totalmente
ensimismada con mis pensamientos, creí percibir un leve movimiento lejano por
mi costado derecho. Pensé que se trataba de una elegante gaviota que viajaba al
ras del suelo, dejándose llevar por la brisa con la inmensidad de sus alas abiertas,
en busca de algún pez despistado con el que poder llenar su vacío estómago.

          Al volver ligeramente mi cabeza me sorprendió veros: una pareja de ancianos
que en un primer momento parecían ir de paseo. ¿Pero, con tan elevada edad, a
quién se le podría ocurrir pasear por aquel lugar?. Entonces pasé a concentrarme
totalmente en vosotros. Me embargaba la curiosidad: tú empujabas muy lentamen-
te la vieja silla de ruedas en la que tu esposa se sentaba. Tuve la suerte de que
os acomodarais en un banco de madera cercano a donde yo me encontraba. Con un
mimo que me sorprendió le colocaste a tu mujer la negra boina que traías en la
cabeza para protegerla del sol. En los puertos de mar existe la antigua creencia de
que el sol que brilla en los meses que llevan en su nombre la letra “r” es muy perjudi-
cial para la salud. Seguro que fuiste, en tu juventud y en tu vida laboral, un marinero.
En seguida me llamó la atención como te miraba embelesado, ... mujer. Se mostraba
plenamente atento a todos tus movimientos y se anticipaba con ávida rapidez a tus
necesidades. Te colocó tu bello pelo blanco debajo de la boina varias veces,
para que quien te observase te viera guapa. Tú,  ...hombre, la cogiste con firmeza
de las manos y con sumo cuidado la ayudaste en su frágil caminar a sentarse
sobre la dura superficie, no sin antes, ponerle un mullido cojín en el que ella
se acomodó bajo la sombra de un sauce llorón cuyas ramas le daban sombra.

          Te tapó tus delicadas piernas con una abrigosa manta polar color frambuesa
para que no pasases frío y se sentó a tu lado: ¡cómo dos quinceañeros!. Daba
placer contemplaros con la misma complicidad en vuestras miradas que en vues-
tra lejana juventud. De una bolsa de plástico sacó un trozo de pan y te hizo un
bocadillo, pero antes te dio a probar con mucho afecto un pedacito de jamón
cocido del mismo con el que rellenaría el panecillo que almorzarías. Primero te sirvió a tí,
¡cómo un caballero auténticamente enamorado!, y luego se hizo la misma vianda
para él. ...Y los dos comíais juntos la misma comida, y vivíais juntos vuestro gran
amor.
          Mientras os miraba con embelesamiento no dejaba de pensar si viviríais
juntos vuestra soledad, en un piso, en una residencia, ...¡qué más da!; me
pregunté, una y otra vez, si tendríais hijos o familia, de qué circunstancias se-
ríais protagonistas. No tengo respuestas, tampoco os quise preguntar. Pero sólo
mirándoos pude palpar claramente vuestras miradas de felicidad y vuestros
gestos de amor verdadero.

          Ojalá todas las personas que lean estas palabras sean partícipes de esa pasión y afecto
que es tan difícil de encontrar en la actualidad, pero que cuando se alcanza
se convierte en un amor cuya fortaleza consigue una unión firme y verdadera.                         

                                                                              Junto al mar, con amor

jueves, 11 de abril de 2013

CONCURSO SOBRE MAGIA DEL BLOG MAGIA Y HECHIZOS ETERNOS

Os dejo aquí el banner del blog Magia y Hechizos eternos que ha convocado un concurso sobre la Magia.
<a href="http://magiayhechizoseternos.blogspot.com.es/2013/02/concurso-2-

  • El sorteo es internacional.
  • En total hay 8 premios, y, por lo tanto, 8 ganadores.
  • Debido a este número, se requiere como mínimo 11 participantes. De lo contrario, se suspenderá el concurso (más que nada porque dejará de tener sentido).
  • Cada uno es libre de optar al premio que quiera. Se pueden escoger más de uno, o todos.
  • No puede haber un ganador repetido. Por lo tanto, si una persona resulta ganadora de un premio ya no puede optar por las demás obras. Me parece lo más justo, para que los participantes tengan las máximas oportunidades posibles.
  •  El sorteo se hará en el mismo orden de la numeración de los premios, por medio de random.org
  • En principio todos pueden participar, las personas que han colaborado también (los requisitos están más abajo).
  • Hay plazo para participar hasta el 11 de abril.
  • Cualquier duda a magiayhechizoseternos@gmail.com

martes, 2 de abril de 2013

LA SOLEDAD (relato)

La mujer llevaba demasiado tiempo sola. Mas del que nunca había pensado y del que hubiese querido permanecer en soledad.Había tenido una vida dura y había perdido su juventud dedicada a su marido y a criar a sus tres hijos. A ratos y, después de ser ama de casa, ganaba unos duros cosiendo para mujeres ricas. De esta manera, y tras muchos sacrificios económicos, su marido, que trabajaba en el viejo aserradero del pueblo llevando la contabilidad, y ella, lograron pagar un pequeño piso en el que vivían con su descendencia. Era un tercero derecha, muy soleado, y con una pequeña habitación para dedicarla a sus labores. Ahorraban con mucha ilusión para que sus hijos, a los que amaban profundamente, pudiesen ir a la universidad y hacerse hombres con un buen futuro. Las privaciones de los padres no se tenían en cuenta, ya que se anteponía siempre la educación de sus retoños. Y para ella, todo era poco. El mayor se hizo medico, el mediano abogado y el tercero profesor. 
El matrimonio había alcanzado su sueño. Los hijos consiguieron trabajo, empezaron a viajar por el mundo, se casaron y las visitas a casa de sus padres se hicieron cada vez más esporádicas. Mientras, el marido enfermó sin remedio y la mujer se dio cuenta de que no sabía cómo comunicarse con sus hijos, tan atareados con su vida y su trabajo. La enfermedad fue dura y larga, y logró consumirla no poderse poner en contacto con sus hijos. No tenía ni su teléfono ni su dirección. Siempre eran ellos los que llamaban muy de cuando en cuando. ¡Y llegó el fin! Enterró a su marido sola, con una gran pena. La asistían algunos vecinos, pero eso no hacía que su corazón le doliese menos. La angustia y la soledad indeseada la rompían de dolor. A esto se sumaba su ignorancia en cuánto a los papeles del hogar, ya que cómo buen administrador los llevaba meticulosamente su finado esposo. 
Los meses pasaban y con los gastos del entierro, y con lo que habían invertido en los estudios de sus hijos se dio cuenta de que no tenía mucho dinero en efectivo, apenas le llegaba para pagar pequeñas facturas y para frugales comidas. Entonces decidió vender el piso que tanto esfuerzo económico les había costado. Poco dinero le dieron por el, ya que todas eran pegas: no tenía ascensor, carecía de calefacción, no tenía terraza, miraba al norte por lo que era más frío que si mirase al sur. ¡Cuántos defectos tenía su casa de toda la vida!; aquella para la que tanto habían ahorrado ella y su marido.Los recuerdos se agolpaban en su mente pero tuvo que ser práctica para continuar viviendo.
Cogió el poco dinero que le dieron por el piso y se fue a vivir a una residencia de la tercera edad. Era joven todavía, pues sólo tenía sesenta años, pero sus manos estaban envejecidas y torcidas por la artrosis, y en su rostro marcado por las arrugas estaban retratados cada uno de los años que llevaba sin saber de sus hijos a los que les habían dado todo incondicionalmente y que nunca regresaron a casa. En la habitación del geriátrico veía pasar ante sus ojos cada penuria, cada temor, cada día de soledad y se preguntaba si era normal. No deseaba ser un estorbo para nadie, pero creía que sus hijos podían preocuparse por ella. No tenía constancia de que supieran de la muerte de su padre, y la soledad en la que se encontraba la angustiaba. Pero en las zonas comunes de la residencia fue capaz de ver que su caso no era único. En cada una de las personas que allí vivía se repetía la misma historia. Algunas de ellas cargadas de tristeza y humillaciones. Los mayores también sufren, aunque, en muchas ocasiones no quieran demostrarlo, pero su experiencia les hace ver mucho mas allá. ¡Qué pena que después de darlo todo, algunos tengan que acabar sus días completamente solos y sin el cariño y el afecto de sus seres queridos!.

martes, 5 de marzo de 2013

EL DESDICHADO ANUNCIO


Aquella mañana lucía el sol en Piornedo y Carmiña estaba amasando pan para cocer en el horno de la casa. Se afanaba en su trabajo, ya que quería que le diese tiempo ha hacer una empanada y a asar un pollo, ya que con tanta gente en casa y con frío se comía bien. Tan entretenida estaba con sus tareas y con sus pensamientos que no se dio cuenta de la entrada de su madre en el obrador del pan. Cuando sacó la larga pala de madera del horno con la que había entrado un bollo de pan encima de una berza sintió una presencia y se giró. Vio a su madre con expresión triste, con lágrimas en los ojos y con lo que quería ser una sonrisa en su boca pero que tan sólo era una mueca de dolor. Ante la mirada penetrante de Carmiña su madre comenzó a hablar:
-Hija, ya tienes quince años, y hemos estado hablando de que tienes que buscarte un porvenir mejor del que puedas tener aquí en la aldea ...
-¿Quién ha pensado nada?, cortó fulminantemente Carmiña. Maruja os ha estado imponiendo sus ideas que no son las mías mamá. Yo aquí soy feliz.
-Ya lo sé, pero Maruja dice que tu porvenir está en la ciudad, que allí conocerás a más personas, incluso un hombre con el que poderte casar...
-Yo no quiero casarme, ni soportar a Maruja,- volvió a atajar Carmiña. -Siempre está entrometiéndose en la vida de los demás. No es buena mamá, no es buena, y queréis que me dirija la vida.
-Por favor, hija.-Rogó la madre- No disgustes a papá ni a mí. Todos en casa creemos que tu futuro está con Maruja y ella te cuidará bien. Obedécenos, tan sólo pensamos en tu bien.
Carmiña con quiso escuchar más, volvió a girarse y continuó con su trabajo de hacer pan. Cuando su madre se fue las lágrimas le quemaban en sus mejillas. Tendría que acatar las normas, ya que su padre había dado su beneplácito pero sabía que no sería feliz. Su vida era Piornedo y no sabía si conseguiría vivir sin permanecer allí, en su montaña natal.

viernes, 1 de marzo de 2013

LAS REFLEXIONES DE CARMIÑA

Maruja no solo era una mujer excéntrica sino que, por sus chocantes modales y por su grotesca voz, se convertía en alguien muy desagradable para Carmiña. Era impertinente, chismosa y creía que quien se encontraba a su alrededor se convertía por su propio interés en su asistente. Carmiña trataba de que sus miradas no se cruzasen porque no quería entablar ningún tipo de conversación con ella, porque todo lo llevaba a su terreno y hacía ver que los demás estaban confabulados contra ella. ...Y lo peor es que esa técnica de actuación le daba resultado con todo el mundo. ¡Carmiña creía que era imposible que nadie viese más que ella la capacidad de ruindad de la que era capaz su madrina!.
Aquella noche, situada cada persona delante de su humeante plato de sopa, Carmiña temblaba porque creía ver cada vez más cerca que algo que no le resultaría agradable se cernía sobre su cabeza. Todos los comensales permanecían en silencio saboreando la sopa de caldo de pollo que tan sabrosa cocinaba su madre, pero su tía Maruja parloteaba y parloteaba sin cesar y, según creía Carmiña, sin que nadie la escuchase activamente.
Pero poco a poco, Maruja fue elevando el nivel de su aflautada voz hasta que consiguió que Carmiña le prestase atención porque le molestaban mucho los chillidos en sus oídos. Entonces se dio cuenta de lo que su madrina había organizado para ella, confabulándose con sus padres y sus abuelos, a quienes convenció
de que lo que ella tenía preparado para Carmiña era lo mejor. Ella, mientras la escuchaba despotricar, sintió que su mundo se descomponía allí mismo; no era capaz de dar crédito a las palabras de Maruja, pero nadie se las rebatía. ¡Era su futuro y su familia se había permitido jugar con él sin su consentimiento!. Sin darse cuenta, sus lágrimas comenzaron a rodar lentamente por sus mejillas abajo, pero no tuvo fuerzas para articular palabra. Sabía que por mucho que intentase cambiar su destino, su tía había creado a su alrededor una red lo suficientemente sólida como para que ella tuviese fuerzas para romperla. Carmiña pensó que sería mejor reflexionar durante la noche y ver como amanecía el día. ¡Sin duda, no conseguiría hacerse dueña de sus actos, porque alguien que no la quería se había obstinado en decidir su forma de vida por ella!

jueves, 21 de febrero de 2013

CARMIÑA Y SUS SENSACIONES

A Carmiña le habían enseñado siempre que a los problemas hay que enfrentarse y cuanto antes mejor. Por ello, se vistió de luto riguroso, como en los días anteriores, con la ropa de su madre. Después de preparar su habitación bajó a la cocina y, nada más entrar, notó el ambiente enrarecido, pero ella optó por comportarse como hacía cada día. Besó a sus abuelos, quienes estaban sentados detrás de la cocina económica: ella calcetando unos calcetines de lana de oveja y él puliendo un trozo de madera con su navaja. La tía Maruja estaba sentada a la mesa de madera, junto con su hermana y su sobrino, y no paraba de parlotear con su madre. No quiso escuchar lo que decía y se concentró en el desayuno y en cómo su abuela pasaba punto a punto las cuatro agujas por la labor. Cuando acabó su tazón de leche, recogió y le dijo a su abuela que iba a darles de comer a los animales y a ordeñar las vacas. Su abuela, como siempre que estaba preocupada, sólo le respondió con un leve asentimiento de su cabeza. Carmiña, antes de salir de la casa, se abrigó bien, y nada más salir se agachó y cogió un puñado de nieve en sus manos, y allí permaneció un momento mirando como se derretía. Los refranes antiguos decían siempre que "año de nieves, año de bienes". Ella sabía por las explicaciones de su familia que la nieve era buena para la tierra, porque al derretirse el agua se iba filtrando en ella poco a poco; y además, cuando había nevadas muy grandes, no faltaba el agua porque el deshielo llegaba hasta la primavera o incluso el verano.
Realizó concienzudamente las tareas que realizaba para mantener a los animales, y estuvo haciendo el tiempo hasta la hora de comer limpiando los utensilios y las cuadras. No quería llegar a casa y encontrarse con las insidias de su madrina, que lo único que hacía era enfrentar a la familia. Y lo peor era que lo hacía conscientemente.
Entonces llegó su padre a refugiarse con ella. Estaba tan concentrada en el trabajo que no se había dado cuenta de que nevaba fuerte. Quiso preguntarle a su progenitor qué pasaba, pero no se atrevió. Tenía que descubrir que hacía tiempo que sospechaba que nada bueno le depararía el futuro y que Maruja estaba por el medio intrigando, y no quería disgustar a su padre, ni hablar mal de aquella mujer a la que todo el mundo adoraba, pero que a ella no le gustaba. Más bien la inquietaba su presencia, su excentricidad, totalmente estudiada, su lengua viperina, lo calculadora que era, ... La verdad es que a Carmiña su madrina no le transmitía buenas vibraciones

¿CUAL SERA EL FUTURO DE CARMIÑA?

¡HAI CARMIÑA, CARMIÑA, QUE TE DEPARARÁ LA VIDA EN EL FUTURO!, pensaba la joven para sí, todavía sentada en el borde de su cama. Intrigas, confabulaciones, tretas realizadas a espaldas de ella, maquinaciones, tramas, ....todas ellas urdidas sin su consentimiento pero de las que era protagonista. Pensaba en sus padres, en por qué le hacían pasar este mal trago, esta angustia que le desgarraba el corazón. Pensaba en la maléfica Maruja, quien no le gustaba nada como persona, que tenía engañado a todo el mundo, pero ella era capaz de ver más allá de aquel esperpento de mujer, de como era capaz de crear una verdad sacada de una mentira inventada por ella. Era como un huracán que se llevaba todo lo que se encontraba por delante, sino le daban la razón. Carmiña tenía miedo. No sabía cuanto tiempo llevaba en la habitación, pero estaba esperando a que su madrina volviese a entrar y la espabilase como sólo ella sabía hacer. Carmiña sabía que lo peor de su vida todavía estaba por llegar.

miércoles, 20 de febrero de 2013

ULTIMA ENTREVISTA QUE ME FUE REALIZADA

Por si queréis conocerme mejor, aquí os dejo mi última entrevista. Espero que os guste:
1. ¿De donde eres y que edad tienes?.
Me llamo RHODEA BLASON Y SOY DE BARREIROS-LUGO-ESPAÑA
2. ¿A que edad descubriste tu pasión por la lectura?.
Creo que ni me acuerdo. Aprendí las letras y a leer en el periódico que se recibía cada día en mi casa, luego practiqué incansablemente en cómics, hasta convertirme en una lectora voraz. No me importa es género, ni el tipo de texto que sea: para mí leer es maravilloso.
3. ¿Y por la escritura?.
En el momento en el que comenzé a leer correctamente, la escritura se convirtió en una forma de expresión muy necesaria para mí. Plasmaba en el blanco papel mis emociones, buscaba en las palabras que escribía serenidad. ….Y hoy, escribir es para mí una necesidad imperiosa de mi alma.
4. ¿Alguna vez has intentado que alguna editorial te publicara?, y en ese caso... ¿Cúal fue el resultado?.
Realmente no. En varias ocasiones alguna se ha puesto en contacto conmigo pero quizá experimente temor al resultado. He publicado y publico en revistas, periódicos, hago colaboraciones con quien me las pide, pero creo que no había madurado lo suficiente mis obras hasta este momento. Ahora sí creo estar preparada para publicar y para escribir.
5. ¿Cuantas historias tienes ya terminadas y cuantas en proceso?.
Verdaderamente, historias finalizadas un montón. Y en proceso, tres o cuatro, aunque en la actualidad estoy muy centrada con la novela “Carmiña, una mujer de aldea”, que trata de una mujer firme, que tiene que hacer frente a muchas adversidades para vivir la vida que ella quiere.
6. En el pasado... ¿habías pensado alguna vez en llegar a compartir tus escritos con los demás, o jamás llegaste a esa conclusión hasta que por medio de la existencia de los blogs, decidiste hacerlo?.
Siempre compartí mi escritura con otras personas, ya fuera directamente o a través de diferentes publicaciones en las que participaba. No cabe duda de que los blogs nos han ayudado mucho a que nuestra obra se difunda mucho más lejos y más rápidamente.
7. ¿Que genero te gusta más a la hora de escribir, lo sobrenatural, histórico, erótico, de todo un poco...?.
Puesta a escribir me gusta cualquier género, aunque en el histórico puedo encontrarme muy cómoda, así como en temas de actualidad.
8. ¿Que criatura nocturna te gusta más, los vampiros, demonios, licántropo... o ninguna?.
Cualquiera que tenga algo interesante que contar. Hay historias impresionantes protagonizadas por cualquier tipo de criatura nocturna, aunque también por las “diurnas”.
9. ¿Con que frecuencia sueles escribir, una vez a la semana, todos los días...?.
Escribo siempre, todos los días, varias veces al día. Cuando estoy triste, cuando estoy contenta, … Es una forma de vida para mí en la que me encuentro muy a gusto.
GRACIAS POR SEGUIRME Y POR LAS INNUMERABLES MUESTRAS DE APOYO QUE ME HACEIS LLEGAR. GRACIAS POR LEERME Y POR ENTENDER MI FORMA DE ESCRIBIR.
¡GRACIAS!

¡QUE HERMOSO ES EL AMOR!, 2ª PARTE

    La noche cayó suavemente sobre la playa cubriéndolo todo con su obscuro manto. El mar se sentía más cerca de las dunas por la pleamar y la luna estaba llena en las alturas de un cielo totalmente estrellado. La mujer pensó que llevaba demasiado tiempo allí sentada, le dolían las piernas y si no se refugiaba en la casa la acabaría cogiendo el frío. De camino al hogar, caminaba despacio colocando suavemente sus pies embuchados en unos tenis azules sobre la hierba de la senda que la llevaba al hogar. Pensaba en lo que le había dicho su suegra durante la conferencia de la tarde y no conseguía saber a qué se debían sus duras palabras ni la poca comprensión que le dedicaba. Ella, por respeto a su marido, solía callar y escuchar, aunque solamente en su soledad era consciente del daño psíquico que le estaban haciendo.
    Al abrir la verja de la finca vio luz en la cocina, pero no le prestó atención. El servicio de su suegra estaría preparando la cena y no tenía ganas de enfrentarse a ellas. Caminó hasta el porche de la casa y se sentó en el columpio que le había colocado allí su marido para que pudiese contemplar el mar desde sentada en el cuando no le apetecía pasear o cuando llovía. Pensaba en dónde estaría, por qué tardaba tanto. Era consciente de que a veces las obligaciones laborales le obligaban a acudir a actos y reuniones largos, pero le extrañaba que no la hubiera llamado él y que se prolongase tanto en hacerlo si no iba a venir. Permaneció allí sentada largo tiempo ensimismada en sus pensamientos. Estaba tan absorta que no se dio cuenta del coche de policía que aparcaba justo delante de la verja de la casa y del que se bajó un hombre alto, con uniforme y que le hablaba sin abrir la cancela.
    Tras la sorpresa, llegó el sobresalto. Se levantó de un brinco y bajó a abrir la cerca. El policía le explicó que su marido había sufrido un grave accidente de circulación cuando se dirigía a casa y que estaba hospitalizado. No conocían el alcance de sus heridas pero el choque había sido aparatoso y habían tardado varias horas en extraerlo del coche los equipos de excarcelación.
    -En estos momentos le están operando. Si quiere acompañarnos le llevaremos al hospital, le dijo el agente
   Su corazón pareció romperse en mil pedazos y aún así le pesaba dentro del pecho. Estaba atada al suelo, pero sentía que su vida se le iba de las manos.No podía pronunciar palabra debido a su aturdimiento. Gracias a la ayuda del agente consiguió subir al coche de la policía y fue con ellos, sumida en sus propios pensamientos. No habló en todo el camino. ¡Sólo lloró!. No debía pasarle nada malo a su marido, la persona a la que más quería, y cuyo amor tan feliz la hacía. No quería que la dejase sola, no podría sobrevivir al dolor. Durante el camino le dio tiempo de rezar, pero no era capaz de finalizar ninguna oración. Se abstenía de prepararse para lo peor, tan sólo pensaba en aferrarse a la esperanza de que su marido estuviese bien cuando llegase al hospital. Era lo único que deseaba. ¡Y confiaba plenamente en ello!.
    Cuando llegaron al centro hospitalario, subió corriendo a la habitación de su marido. Había salido de quirófano, ya estaba consciente pero no podía verlo porque todavía estaban los médicos haciéndole un reconocimiento después de la operación. Vio a su suegra, elegantemente vestida con su enorme pamela de color malva y su vestido a juego, recargada de joyas. La miraba, de arriba a abajo, con desprecio y desdén. Ella iba en tenis, tejanos y jersey. La mujer se acercó a ella y le dijo con una exagerada rabia:
    -Tú tienes la culpa de todo
    Se giró para que no viera el daño que le hacía con sus palabras y no entendió a que venía aquella frase ni el odio con el que había sido pronunciada. Salieron los facultativos y les dijeron que podían entrar a ver al herido, que la operación había salido bien y que no lo cansaran. Su madre política y su suegro se adelantaron, ella entró en la habitación detrás de ellos, pero a quien buscó con los ojos el herido fue a ella. A quien le esbozó una leve sonrisa fue a ella. ¡Qué regalo más maravilloso le había hecho su marido!. Con esa mirada cargada de amor y ese leve gesto la había hecho feliz y le había dicho sin palabras que se tranquilizase. Se entendían a la perfección e interpretaban sus gestos sin temor a equivocarse. Sabía que él contaba con ella para compartir su vida.
    Su suegra ,que no perdía detalle, se había dado cuenta de todo. Le dijo al hijo que debía haberse quedado en la casa de ellos y no viajar de noche, que era peligroso. Que podían hablar de su vida cuando se repusiera y que no tenía que afectarle el enfrentamiento que habían tenido padre e hijo en el bufete antes de que este cogiese el coche para regresar a su hogar. El hombre, desde la cama, se quedó mirándolos fijamente y les espetó:
    -Yo no tengo nada de qué hablar. He tenido un accidente y punto. Voy a tratar de recuperarme y me iré a vivir con mi esposa, ya os dije que dejaré el bufete.
    -Y de qué vivirás, -le recordó su madre- y en dónde, porque la casa de la playa es nuestra.
    -No os preocupéis por nosotros. Cuando salga del hospital buscaremos un lugar en el que podamos vivir y yo puedo dedicarme a la abogacía igualmente y mi mujer a su profesión: A la pintura.
    Los padres de él se miraron incrédulos y se fueron, quizá debido a lo enérgico y firme de las palabras que acababa de pronunciar su hijo. Y entonces, cuando ellos se fueron, el hombre le explicó a su mujer que el trabajo con su padre no le satisfacía, estaba obligado a llevar los casos como su padre quería, divorcios de mujeres u hombres ricos, y él se estaba agobiando por tener que dedicarle tantas horas a su profesión y tan pocas a ella. Le dijo también que sabía de las tensiones que tenía que soportar la mujer por parte de su madre y su hermana, quienes continuamente se entrometían en su vida, y, emocionado, le confesó que él quería vivir siempre junto a ella, viviendo juntos su amor, y dedicándose a su profesión defendiendo a quienes necesitaban de un buen abogado por motivos inevitables, aunque fuesen pobres. A él le gustaba el Derecho para ejercerlo "sin mirar previamente las carteras de los clientes". Le dijo, a su amada, que su madre quería que aquella noche acudiese a una fiesta de unos importantes clientes que podían hacerlo iniciar su carrera política, pero él no quiso participar de tal evento y que cuando él se negó a ir le habló mal de su mujer, utilizando palabras muy despectivas para ello. Entonces el hombre se enfadó y cogió el coche para acudir a junto de su amada y alejarse de aquel fétido ambiente en el que tanto tiempo había permanecido.
    Ahora, cuando se encontraba al lado de su marido ella se sentía feliz. Era consciente de que saldrían adelante los dos juntos, que su vida sería intensa y privilegiada, ya que cuando el amor es verdadero nada puede interponerse ante un sentimiento tan fuerte. Su amor era firme, sensato y verdadero, tan solo se necesitaban a ellos mismos y que él se repusiese pronto para dejar el hospital. La vida transcurriría conforme a la profundidad de sus sentimientos y a la bondad de sus corazones. ¡Qué hermoso es el amor cuando es verdadero!

martes, 19 de febrero de 2013

¡QUE HERMOSO ES EL AMOR!

El amor, sentimiento intenso de atracción emocional entre dos personas que se aman con locura. 
¡Qué hermoso es el amor, cuando es realmente verdadero!
    Ella, sentada sobre sus largas piernas, en la soledad de una duna de blanca y fina arena, mirando al mar, esperaba pacientemente ver llegar a su amado. Aquella persona que, sin efímeras ni falsas palabras, con tan solo una mirada sabía fehacientemente lo que pensaba y lo que sentía. Su férreo amor no había surgido tras un fugaz flechazo. ¡No!. Eran dos personas muy dispares, de gustos muy diferentes, pero que el fondo de su corazón era impoluto. Se comprendían, se querían,...en el fondo vivían uno para el otro, unidos en el camino por sus fuertes sentimientos.
    La mujer, observando el verde marino, decidió que, aunque totalmente opuestos, ella y su pareja eran almas verdaderamente gemelas. Cada uno tenía su espacio y ninguno invadía el del otro. Y cuando estaban juntos vivían su pasión con alegría y frenesí. El hombre había decidido en connivencia con ella que sería él quien trabajase en la ciudad, en el conocido y renombrado bufete de abogados de su padre que algún día heredaría. Mientras, ella viviría en la casa de la playa, propiedad de los progenitores de él, dedicándose a su afición preferida y para la que tenía una gran sensibilidad: la pintura. Pasaba largas horas dedicándose a dibujar y pintar, sobre todo al óleo, hermosos cuadernos y cuadros con los que quería realizar una exposición. En aquellos momentos, se esforzaba al máximo por crear, utilizando diversas técnicas e innovando en los temas que plasmaba en sus lienzos de los que cada vez se sentía más orgullosa.
    Cuando conoció a su esposo, este la animó con vehemencia a que hiciera realidad sus sueños, aquellos para los que tenía unas cualidades innatas y extraordinarias. Ella nunca había pensado en que aquel hobby pudiese convertirse en parte de su vida. Hasta que lo había conocido a él, nadie de su alrededor le había dado importancia a su forma de hacer arte. Tenía muy en cuenta la opinión de su pareja, quien por sincero le exponía siempre puntos de vista en los que ella a veces no se fijaba. Experimentaba con texturas y esperaba con ilusión el regresó de su marido para oir la opinión que tanto valoraba.
    Los había presentado la hermana de él: su única y gran amiga, a pesar de que ella pertenecía a una familia de clase media baja y que trabajaba como cocinera en un restaurante del pueblo. Ellos eran de clase muy alta, grandes coches, enormes mansiones, de verano, de invierno, en la playa, en la montaña, ..., estrictos seguidores de lo que marcan las tendencias de la moda, y con diversas personas a su servicio. La mujer y la hermana del hombre tenían una amistad sincera durante su juventud, pero ella sabía que desde su matrimonio su cuñada se mantenía un poco distanciada. Tal vez pensaba que ella no pertenecía a la clase social de ellos, pero su amado la había elegido con romanticismo y con pureza de sentimientos, lo que para la mujer significaba que la quería de verdad.
    Cuando su compañera les presentó a la salida del cine ella se turbó y sus mejillas se ruborizaron. El ya era un hombre mayor y con un futuro marcado por la saga familiar dedicada al derecho durante varias generaciones. La joven sabía de sus andanzas juveniles y de las muchas mujeres que revoloteaban alrededor de él, sobre todo por la elevada posición económica de su familia, y de la larga lista de novias que había tenido, pero confiaba plenamente en él y en su manera de pensar. En su amor no había secretos, por eso eran tan felices. Sabía que en la ciudad, rodeado de hermosas secretarias y compañeras de trabajo, con clientas ricas, con las que se reunía habitualmente, podía tener muchas tentaciones pero ella le quería y no permitía que esos pensamientos la turbasen. Trataba de ocupar su poco tiempo libre en la lectura o en dar largos paseos a la orilla del mar para liberarse de tensiones y de pensamientos perniciosos.
    A veces, echaba de menos aquellos tiempos en los que su duro trabajo le hacía permanecer largas horas ensimismada en sus tareas, para mantenerse distraída, ya que tenía dos personas, que llevaban años trabajando a las órdenes de su madre política, para realizar las tareas domésticas y aunque se dedicaba en cuerpo y alma a la pintura, tenía demasiado tiempo libre para pensar. Sabía también que eran los ojos de su suegra, quien conocía perfectamente cada paso que daba, lo que comía, lo que vestía y, aunque no lo decía en voz alta, lo que pensaba.
    Su marido la llamaba por teléfono varias veces al día, siempre que podía, pero el strées de su trabajo lo mantenía muy ocupado, y cuando ella trataba de comunicarse con él en el despacho estaba trabajando y en casa le respondía su suegra señalándole que todavía no había regresado, por muy tarde que fuese. A menudo recibía la visita de su cuñada, quien siempre le recordaba su existencia anterior al matrimonio, cómo si ella se hubiese casado con su marido por dinero. Cuando le preguntaba al hombre por lo mucho que trabajaba le explicaba que un bufete de tanto prestigio como el de su padre exigía muchas horas de estudio y concentración.
    Al principio no le daba importancia a las incisivas palabras de su hermana política, a quien consideraba su íntima amiga, pero desde que aquella se casase con un conocido político, había ido cambiando lentamente y su estancia con ella en la casa de la playa la dejaba siempre inquieta por los mensajes subliminales que le reseñaba una y otra vez sobre la vida de su amado en la ciudad. Le indicaba que salía con mujeres guapas, elegantes y de familias acomodadas y que por eso él no la había querido viviendo con él en la gran urbe.

    Conforme caía la tarde, la mujer deseaba ya la todavía lejana llegada de su marido. Su suegra le había llamado a primera hora de la tarde diciéndole que no esperase hoy por su hijo ya que acudiría a una fastuosa fiesta de una importante familia de la ciudad. Ella asintió, pero tan pronto colgó el frío auricular del teléfono, fue a refugiarse al lugar al que iba siempre que se angustiaba. Cada vez más a menudo debía recorrer aquel camino que la llevaba a la playa en donde se sentaba mirando al mar. ¡La mar, cuánta serenidad le transmitía!. Allí, sobre la arena, llevaba horas esperando. Se hacía tarde y, pensando en la frialdad de las palabras de la madre de su amado, sus ojos se fueron llenando de lágrimas. No sabía por qué la distanciaban de ellos, ella siempre había permanecido al margen de todas sus intrigas y era feliz. Confiaba en él, pero la espera era larga y tremendamente dura.
    Sentía romper las olas de la mar que en cada gota de su blanca frescura le transmitían serenidad. Allí, en su soledad, intentaba dejar su mente en blanco y pensar que su marido le era fiel. No tenía por qué creer lo contrario, salvo por lo que le decían las personas que no estaban a gusto con ella en la familia. Nunca había desconfiado de él y creía no tener motivos para hacerlo, pero las palabras de aquellas mujeres le producían una dolorosa ansiedad que cada vez le era más difícil controlar.
    Era otoño, y anochecía temprano. A lo lejos sintió el canto inconfundible de un estornino, en una parada de su largo viaje de migración. Le gustaba verlos sobrevolar sobre su cabeza en firme formación.
Allí cerca del agua se le pasaba el tiempo con rapidez, sin ser consciente de ello. De pronto, sintió un escalofrío y se tapó los hombros con el chal de fino encaje que él le había regalado en su primer aniversario de boda. Le había costado un dineral y ella no estaba acostumbrada a recibir regalos tan caros.
    -Un fino chal para acariciar tu dulce piel- le dijo el hombre sin darle oportunidad a replicar.
    Su familia política no había acudido a la celebración. Estuvieron ella y él, juntos, dichosos, viviendo su gran amor lleno de pureza. La consorte estaba radiante con su traje rojo de satén que le marcaba sinuosamente sus suaves curvas; el caballero llevaba traje gris marengo con pajarita. ¡Estaba guapísimo!. La velada había sido maravillosa. Todo el año, cuando estaban juntos, había sido fascinante. Vivían la joven para el hombre, y el hombre para la joven.

lunes, 18 de febrero de 2013

CARMIÑA ESPERABA CON PÁNICO SU FUTURO

Después de pasar otra noche en vela, aquella mañana Carmiña permanecía en cama sin fuerzas para levantarse. Había llorado mucho, durante demasiados días. Estaba triste pero pensaba que se le habían acabado las lágrimas, ya que sus hermosos y grandes ojos verdes se encontraban secos. Se giró en el lecho y fijó su mirada en el techo de su habitación. Aunque era tarde, no tenía ganas de levantarse. Tampoco quería ver a la tía Maruja y su familia, una hermana déspota y su hijo Alberto, un hombre cincuentón, que no le gustaba nada a Carmiña. Era empalagoso y hablaba siempre como si tuviese la boca llena de algodón. Sun modales eran demasiado refinados para Piornedo y no se quitaba el traje ni la corbata ni para ir al campo.
Carmiña, desde que había escuchado la conversación que tanto la entristeció en la cocina de su casa, era consciente de que se tramaba algo a sus espaldas. Le preocupaba enormemente, el qué podía ser. Pero, ahora, sin fuerzas y doliéndole el corazón por la muerte de su padrino, no era capaz de concentrarse en lo que podrían querer prepararle en el futuro. Muchas vueltas le había dado pero no encontraba razón alguna para que se estuviese confabulando su familia sobre ella, pero a sus espaldas.
Llevaba rato oyendo ruidos molestos y voces muy altas en la habitación contigua a la suya. Allí había dormido tía Maruja, y, con su habitual peculiaridad, era obvio que pensaba que cuando ella se despertaba el resto de las personas que se encontraban en la casa tenían que hacer lo mismo. Su voz se elevaba cada vez más hasta conseguir resultarle molesta a Carmiña, quien para no oir a su madrina conectó el aparato de radio de su mesilla de noche y se dispuso a escuchar las noticias. Le dio voz hasta que no escuchaba a tía Maruja para poder concentrarse en lo que decía la persona que hablaba a través de las ondas radiofónicas.
No le había dado tiempo a concentrarse en el tema que se debatía a través del transistor cuando se asustó tremendamente al oir que la puerta de su habitación se abría de pronto y golpeaba fuertemente la pared. Se semiincorporó en la cama y vio sin dar crédito a Maruja vestida con un extravagante vestido color turquesa, muy pintada y llena de collares y pulseras, seguida de su hermana gritándole que se levantara y que apagase la radio "que estaban de luto". Carmiña miraba para ellas incrédula y muda. Aquella escena parecía salida de otra realidad, no de la que se vivía a diario en Piornedo.
Como ella no se movía, su tía le desconectó el aparato de rádio, se fue diciéndole "levántate ya que es tarde" y volvió a abatir la puerta. Carmiña volvió a recostarse en la cama y pensó en Manuel. ¿Cómo dos personas tan distintas podían haberse casado?. El con una educación exquisita y su mujer totalmente carente de ella.
Carmiña levantó muy despacio las mantas, se sentó en cama, y pensó en si tenía que volverse a vestir de negro o si podía poner otra ropa. Su madre no le había dicho nada y en vista de como se había vestido su madrina no sabía qué hacer. Pensó en tomarse tiempo y pensar, ya que creía que aquel iba a ser un día muy largo para ella.

viernes, 15 de febrero de 2013

EL ENTIERRO DE TIO MANUEL

El velatorio y el entierro del tío Manuel fueron muy duros para Carmiña. Estaba toda la familia reunida. Habían desmontado sus hermanos el comedor para colocar en esa estancia el féretro y poderlo velar desde su llegada a Piornedo hasta la salida de casa para la iglesia parroquial y llevarlo a continuación a enterrar al cementerio en el panteón familiar. La madre de Carmiña enseguida dispuso todo con grandes lagrimones en los ojos, a ella la vistieron de negro, al igual que estaban tadas las mujeres. Como no tenía ropa de ese color, vistió una falda, una camisa y una chaqueta de su madre sujeta con imperdibles. Las medias también eran negras, al igual que los zapatos.
Carmiña, con enorme pena, angustia y ansiedad, vivía los acontecimientos como si estuviera en otro lugar y los viera desde lejos. Realmente, para ella, que estaba pasando por un trance tan triste por primera vez en su vida, le costaba centrarse. Cuando miraba a su padrino, le parecía que estaba dormido y que en cualquier momento se despertaría. Fueron días y noches largas, ya que hubo que esperar para enterrar a Manuel, por la hermana y el sobrino de tía Maruja que se retrasaron bastante a causa de la nieve.
En esos duros momentos, Carmiña trataba de trabajar en casa y oir lo que decían los mayores: hacía café, calentaba leche, cambiaba manteles, mantenía la cocina con leña suficiente para que diese calor, preparaba queso, jamón, tortillas, chorizos, pan, ... e hizo una enorme olla de caldo, para que todo el mundo pudiese comer caliente y para estar ocupada y no pensar en lo que sucedería tras este trágico suceso.
Sus padres la obligaron a ir a la iglesia y al cementerio, ya que ella no quería ir. Se encontraba cansada, sin fuerzas, demasiado triste y no se veía capaz de superar el trago de despedirse para siempre de alguien a quien tanto quiso y que siempre le demostró que la amaba profundamente.
Cuando regresaron del entierro, Carmiña se desmoronó y subió a su habitación, en donde se cerro para poder llorar su amargura completamente sola. Aquella noche Maruja, su hermana y su sobrino permanecerían en casa, y no sabía si se quedarían mucho o poco tiempo. Carmiña sólo quería llorar y llorar,...y así fue. Tenía que desahogarse desde lo más profundo de su corazón.

sábado, 9 de febrero de 2013

UNA DESGRACIADA SORPRESA

Como no podía dormir y comenzó a oir mucho ajetreo en casa Carmiña decidió levantarse. En toda la noche no había conciliado el sueño, ni encontrado remedio a sus problemas, por lo que decidió que el trabajo le ayudaría a distraer sus pensamientos y, tal vez, se enteraría de lo que había traído aquel hombre en plena madrugada; aquello que tanto había preocupado a su padre. no se apuró demasiado en bajar a la cocina, prefirió seguir sumida en sus propios pensamientos mientras hacía la cama y la limpieza de su habitación. Abrió la ventana, y con los ojos cerrados respiró profundamente y sintió el aire fresco entrar en sus pulmones. Este gesto la relajaba enormemente, y, aunque hacía frío, permaneció así varios minutos. Tras cerrar la ventana, abrió la puerta de su habitación y anduvo despacio por el pasillo hasta llegar al inicio de las escaleras. Entonces se fijó. En el perchero de la entrada y sobre el banco que había a continuación del portón de la calle había ropa de abrigo de muchas personas. No era frecuente que en su casa, a aquellas horas, ocurriese algo así. Se preguntó que estaría pasando en la cocina, desde donde se oía el rumor de muchas voces. Entonces, apurando el paso, bajó las escaleras y se dirigió al lugar del que provenía tanto jaleo. La puerta estaba entreabierta. Los vecinos estaban sentados en torno a la cocina económica, que funcionaba a pleno rendimiento dada la calor que hacía en la estancia. Sus abuelos estaban sentados a la mesa de madera en la que comían a diario con más personas. Todos tomaban café y comían queso y jamón. Cuando su madre se giró y miró a Carmiña estaba llorando. Se acercó a la hija y le explicó "Carmiña ha ocurrido una gran desgracia. Una calamidad imprevista. Estamos tod@s desolad@s". Y continuó llorando, pero Carmiña no entendía que ocurría, los abuelos estaban bien, sus padres también, ¿le pasaría algo a uno de sus hermanos?. Pero antes de que pudiese formular ninguna pregunta en alto su madre continuó entre sollozos "tu padrino a muerto de un infarto". Entonces Carmiña, que llevaba la noche en vela, sintió que había perdido el único recurso que le quedaba para que tía Maruja no llevase a cabo sus maléficos planes. Entonces, sus lágrimas volvieron a resbalar lentamente por sus mejillas, como había estado ocurriendo durante toda la noche. Manuel, quien tanto cariño le había demostrado durante toda su vida, había muerto. ¡No se lo podía creer!. ¿Qué sería de ella ahora? ¿Qué le depararía la vida de ahora en adelante?

miércoles, 6 de febrero de 2013

CARMIÑA EN SU SOLEDAD

Carmiña había oído en alguna ocasión en la aldea decir que "las malas noticias no vienen nunca de una en una". No se preocupó demasiado por esa frase cuando la escuchaba pronunciar hasta que aquella madrugada, en la que lloraba desconsolada en la cama apoyada su morena cabeza sobre un almohadón azul bordado por sus manos en color blanco, oyó el martillo de la puerta llamar una y otra vez. Miró hacia la ventana y vio que todavía era noche, por lo tanto era muy temprano. "Tal vez algún vecino necesitase ayuda con su ganado y venía a avisar para que le ayudasen", pensó. Pero el martillo volvió a llamar con más intensidad y, mientras sentía a su padre levantarse, se le encogió el corazón. Ningún vecino aporreaba el martillo de aquella manera. Seguro que pasaba algo urgente, ya que ella sabía la manera de llamar de todas las personas de la aldea, y nadie lo hacía así, con tanta insistencia. Se levantó despacio de la cama, se abrigó los pies y el cuerpo, se echó por encima una capelina que le había echo de ganchillo y con lana su abuela y que era muy calentita y se fue acercando lentamente al rellano de la escalera, en el que había un punto desde el que se podía ver las personas que estaban en la puerta. Esperó allí a que su padre encendiese las luces y abriese el portalón de la calle y vio al hombre que llamaba. Era alto y grueso, estaba sofocado, y se le veía cansado, como si hubiese recorrido un largo camino. Carmiña no podía oir lo que le decía a su padre, pero sí vio que le daba un sobre blanco, un poco arrugado, y que su padre le tuvo que firmar en una carpeta. Cuando su padre cerró la casa nuevamente, abrió la carta y, después de leer su contenido, se pasó la mano izquierda por el pelo y se fue andando hacia la cocina. Carmiña sabía que ese gesto lo hacía su padre cuando estaba en tensión, enfadado, disgustado o muy triste. Pero ella no se atrevía a bajar, no quería saber lo que ponía aquella carta, porque no creía que pudiese haber una tristeza mayor que la que ella sentía. Y, mientras escuchó como su padre encendía la cocina de leña y hacía ruido preparándose la leche caliente, ella se volvió nuevamente despacio a su cama a sollozar en la soledad de su habitación

lunes, 4 de febrero de 2013

LA SORPRESA DE CARMIÑA

    Cuando Carmiña se enteró de que tenía que dejar su maravillosa aldea se quedó petrificada sobre el suelo de madera de la cocina de su casa. Fue por casualidad, y a punto de cumplir quince años. Por fin vio la sibilina manera de actuar de la peculiar tía Maruja. Allí, paralizada por el estupor y el miedo, no sabía qué hacer. Había estado lavando en el pozo y se dio cuenta de que la hebilla del aguaperdía; paró de lavar y fue a casa a buscar las herramientas con las que arreglarla. Entró despacio, sin hacer ruido, porque por su cabeza rondaban ideas que la hacían pensar demasiado. Entonces, cuando tenía la mano derecha apoyada en el picaporte de la puerta y estaba a punto de entrar, escuchó las explicaciones que sus padres le daban a sus abuelos. "Maruja dice que lo mejor para la niña es vivir en la capital. Allí hay otros ambientes y otras expectativas. Puede casar mejor, ya que su madrina frecuenta ambientes en los que se mueven hombres de carrera y buenas familias. Carmiña en la aldea tendrá el mismo futuro que nosotros, trabajar mucho,...". Sus padres hablaban y hablaban, los abuelos permanecían callados, o al menos ella no los oía responder, y no sabía qué hacer: si entrar o irse a seguir lavando. Estaba literalmente pegada al suelo y, de pronto y en cuestión de segundos, imaginó lo que su vida en la capital podría ser. ¡Y más bajo la dirección de tía Maruja!. Alguna intención escondida tenía su madrina para mostrar tanto interés para llevarla consigo y separarla de su aldea, de su vida, del lugar en donde se encontraba la felicidad. ¿Qué sería?

jueves, 31 de enero de 2013

"CARMIÑA, UNA MUJER DE ALDEA"

http://www.facebook.com/pages/Rhodea-Blas%C3%B3n/321170911322748

VISITA LA PAGINA DE FACEBOOK EN DONDE SE DESCRIBEN LAS AVENTURAS DE UNA MUJER FUERTE, QUE APRENDE A TOMAR SUS PROPIAS DECISIONES POR VOLUNTAD PROPIA. LEER SU RELATO: OS GUSTARA

miércoles, 30 de enero de 2013

LA MANIPULADORA TÍA MARUJA

La abuela Josefa le enseñó a Carmiña, cuando apenas tenía doce años, a hacerse su propia ropa con las preciadas telas que traía el tío Manuel cuando volvía de Cuba a pasar unos días en casa. Carmiña poco a poco fue mejorando aquellas sencillas enseñanzas de su abuela y consiguió lograr crear su propia moda, hacer los vestidos que a ella le gustaban para los días de fiesta, y arreglar los pantalones de sus hermanos para andar por el campo.
¡Cuántas gracias le habría de dar Carmiña a su abuela por haberle enseñado tantas cosas!.
En la casa de Carmiña no eran pobres porque había siempre para comer, la tierra, el campo y los animales que ella tanto amaba, siempre producían comida suficiente para todo el año. Pero en casa, había muchos hijos que tuvieron que emigrar, en busca de futuros mejores, algunos de ellos pasaron muchas penurias hasta conseguir estabilizar su vida en el estranjero, en donde se casaron y tuvieron hijos. Escribían y Carmiña leía aquellas cartas con pasión, ya que además del amor que sentía por sus hermanos le alegraba que estuvieran bien. Ella, como era la más pequeña, se quedó en casa y creyó que allí, en donde era tan feliz, permanecería para siempre. Pero cuando se acercaba a cumplir su décimo quinto cumpleaños comenzó a darse cuenta de las intrigas de su madrina Maruja. Y se entristeció de tal forma, que corrió a hablar con su padrino Manuel, aquel hombre de ojos grises, que era todo bondad y que tantas veces le había demostrado su amor incondicional. El, después de escucharla atentamente sobre lo que Carmiña creía que acontecía a su alrededor, le prometió que no permitiría que la tía Maruja se entrometiese en su vida. Manuel era la única persona que podría convencer a su mujer de que dejase a Carmiña en paz, en Piornedo, disfrutando de la vida que quería llevar.
Pero Carmiña, aquel día al atardecer, cuando los vio marcharse de casa para coger el tren en Lugo, sentía una extraña sensación en la boca de su estómago que le hacía estar mal. Era como una amargura y una pesadumbre porque no sabía lo que Maruja tramaba a sus espaldas y Carmiña no confiaba en ella.
Esperaba que padrino Manuel fuese capaz de calmar a su mujer y que cuando regresasen a Piornedo, Maruja se hubiese olvidado de Carmiña por completo. Aunque pensaba que haría falta un milagro para ello, ya que cuando a Maruja se le ocurría una idea la llevaba siempre a cabo. Lo que más disgustaba a Carmiña era que nadie le confiaba lo que planeaba aquella mujer, disparatada, inoportuna y manipuladora que se había casado con su padrino. Pero ella, gracias a su madurez, sabía que estaba sentenciada por los planes de Maruja y eso la hacía muy desgraciada.