miércoles, 23 de julio de 2014

NUEVO PREMIO DEL BLOG ACOMPAÑAME

 



Un año más el blog literario me ha sorprendido con el Premio al Verano, por el que le estoy muy agradecida.

Yo también os quiero desear un feliz verano a quienes formáis parte del blog Acompáñame, a sus seguidores y a mis lectores, quienes siempre están apoyándome y leyendo mis textos propios.
Sabéis que me honran vuestros comentarios, los cuales son de agradecer, ya que con ellos aprendo puntos de vista que se me podían pasar desapercibidos.
¡FELIZ VERANO!

miércoles, 11 de junio de 2014

MI GRAN AMIGO

   
      Mi mejor amigo me ha acompañado cada día desde que lo descubrí. Fue hace tantos años que ya ni me acuerdo de la fecha. Todavía tenía alma de niña y corazón sin cicatrices. Era capaz de reír y disfrutar con una jovialidad hoy olvidada para mí; años de eslabones que superar me hicieron crear un caparazón de dureza protectora frente a las adversidades.

    Le encontré erguido en la habitación de mi abuelo, quien me lo presentó afectuosamente. Le acaricié con dulzura, tocó mis manos llenas de emoción. Mi abuelo era una persona de pocas palabras. Con su mirada decía mucho más que con su voz. Y al observarme supo que para mí el libro que me acababa de regalar sería un extraordinario tesoro.

    "La tía Tula", de Miguel de Unamuno, permanece hoy conmigo. Es un volumen que he leído multitud de veces. Nunca me canso de mirarlo, de rozar sus hojas con mis manos, siento la misma emoción que el día que mi abuelo me lo presentó. Me hace revivir mi infancia, mi adolescencia y mi madurez; nunca me ha fallado, siempre está conmigo; las palabras que componen su texto parece que me hablan a mí directamente;....

     Sabía bien mi abuelo que "La tía Tula", sería para mí un gran Amigo.


    Más amistades en el blog: http://alfredo-laplazadeldiamante.blogspot.com.es/

jueves, 5 de junio de 2014

AÑOS DE PENURIAS Y SUFRIMIENTOS

    Corrían años duros en España, llenos de dureza, de miedos, y abrumadores para cualquier persona que pasase necesidad. La posguerra dejó a muchas familias llenas de hambre, enfermedades y penurias. Manuel con apenas seis años iba diariamente a la estación del tren a ofrecerse a quienes viajaban a llevarles la maleta por lo que quisieran darle. Cuando no conseguía propinas y tenía hambre se acercaba a casa de su tía Teresa, una buena mujer casada con un próspero ganadero, quien siempre le regalaba a su querido sobrino un bocadillo de pan hecho en casa, con membrillo de sus frutales y queso de sus cabras. ¡Qué exquisito manjar para Manuel, quién nunca nada pedía!. Simplemente llegaba y entornaba la puerta. Teresa, mujer inteligente y generosa, sabía que Manuel tenía hambre.

   Manuel siempre recordó con cariño y ternura a la mujer que tanta hambre le mató en sus años de niñez. La tuvo en su mente presente hasta el momento en el que murió, a pesar de que su cerebro ya no funcionaba bien.

   Pero también recordaba, con aversión, a aquel hombre que en el año 1940, cuando tenía nueve años, le vino a buscar prometiéndole que si descargaba un camión de sacos de piedra le daría cinco pesetas. ¡Cinco pesetas!, una riqueza para él. Bajó todos los sacos del transporte con lágrimas de dolor en sus ojos producidas por los picos del mineral y cuando fue a cobrar el inmoral no quiso pagarle. Manuel pasó días postrado en la cama, con la fiebre que le subía por las llagas de sus espaldas y con el corazón encogido por el dolor ocasionado por un miserable abusón. Le curaron las cicatrices externas un médico de los pobres a quien tampoco pudo olvidar por su gentileza y sensibilidad, y el cariño y el amor de su abnegada madre, dolorida por dentro por el engaño que había sufrido su hijo.

         Seguid leyendo en: http://brisadevenus.blogspot.com.es/2014/06/propuesta-juevera-5-de-junio.html


lunes, 2 de junio de 2014

LA VERDADERA HUMILDAD DE LA VIDA

         Cuantas veces nos preguntamos si la vida carece de sentido desplegando un enorme grado de soberbia. Nacemos, crecemos, nos hacemos adultos y esa presunción nos ciega. Queremos ser más que nadie, tener más que los demás, vivir mejor que los amigos, ...¿pero quiénes somos nosotros para decidir todas estas banalidades?

         El orgullo, a veces heredado de la familia otras no, no nos hace ser más felices, ni la envidia, ni los celos, que quienes los sufren sienten una tristeza de los bienes y obras ajenos que les hace seres infelices.

         Nunca se puede ser más que nadie, ni tener más,....

         Una persona humilde se conforma siempre con lo que tiene sin pensar para nada en lo que le superan sus amigos. Es lícito pensar en mejorar, pero nunca a costa de los demás. Y por supuesto, yo estoy totalmente convencida de que es posible vivir mejor, si eres feliz, con un poco de pan, saboreándolo con la familia en medio de sonrisas y felicidad, que en una mesa con las mejores viandas pero que los comensales se critican unos a otros.
       
         Es una riqueza enorme tener salud, una familia que te quiera y tener amig@s con los que pueder contar en los momentos duros de la vida.

        Una frase que ha permanecido en mi corazón siempre desde que me la enseñó mi abuelo materno es que "la vida es un camino de rosas cargado de espinas. Algunas personas al primer pinchado se achican, mientras que otras se lastiman y se clavan las espinas del rosal, pero aún así, con dolor, siguen luchando por conseguir sus objetivos, por ser mejor personas e incluso por ayudar a los demás".

lunes, 26 de mayo de 2014

Contando las semanas en 52 palabras - Palabra 21 de 52





                                                     


                                                 

                                                    Palabra 21 de 52                                                                  

                                                         LA PLAYA

             
           Caía la noche y mis pies dirigieron mi cuerpo instintivamente hacia la playa.
 
     Cada vez que regresaba a mi hogar después de permanecer meses en el psiquiátrico, instintivamente volvía al mismo lugar. Era como si la playa me esperase pacientemente: su arena suave se convertía en un relajante natural, el murmullo del oleaje era como un excelente bálsamo mental y la multitud de olores que percibía, mezcla de sal y naturaleza, hacían que mi instinto
perdiese todo tipo de agresividad.

    Aquel día, uno de tantos del otoño, estaba frío. Y al anochecer se levantó una brisa del
norte que conseguía ponerme la "carne de gallina". La tarde había sido larga, aunque la noche
llegó demasiado pronto. Cuando me levanté, en vez de girarme hacia el camino, emprendí la
marcha, directa al agua. A pesar de sentir entumecidos mis músculos y parte de mis sentidos,
continué caminando mar adentro, sin volver la vista atrás.

            Cuando vinieron a buscarme para regresar al hogar, el mar ya me había tragado.