sábado, 6 de enero de 2018

La vida ..., por Rhodéa Blasón

    "Vivir es una lucha constante", le decía su madre siempre que podía. "Para nacer sufres, para existir tienes que superar obstáculos, y sacrificios para formarte. Pero estoy muy orgullosa de que hayas conseguido tu sueño de ser enfermera".

      Su progenitora le regalaba siempre un beso cuando le decía estas palabras y ella le respondía con su amplia y generosa sonrisa. Su madre y ella eran mujeres realistas y luchadoras, y desde que su padre se ahogase en el mar ejerciendo su oficio de marinero habían sabido salir adelante con todos los tropiezos que habían tenido que superar. Pero ahora, las dos juntas, vivían mejor de lo que habían soñado años atrás, en los que vivieron con muchas estrecheces y mucho esfuerzo laboral. La madre trabajaba en una tintorería en la que el jornal era justo y su hija había logrado superar las oposiciones para una plaza de enfermera titular en la planta de medicina interna del Hospital Regional. Había alcanzado su sueño de servir a los demás, y su madre y ella estaban llenas de orgullo por este importante logro.
   
     Por eso, en aquel momento, ninguna daba crédito a lo que ocurría en su hogar. La policía señalaba a la enfermera como la autora de los asesinatos de ochenta pacientes terminales ocurridos en la planta en la que ella trabajaba y de la que la habían nombrado supervisora dos semanas antes. Su madre imploraba de rodillas en el suelo a quienes le habían esposado, muentras agarraba con fuerza las piernas de su hija impidiéndole dar un paso. La situación era violenta para los agentes que atestiguaban tener pruebas de los hechos acontecidos y de los que se la acusaba.
     La joven miró a su madre y le dijo riéndose a carcajadas:
     -Era la única manera de ahorrarles sufrimientos y tener camas libres. Mamá, pronto morirás tú también, he estado echando matarratas en tus cereales, jajaja
     Su madre en el Hospital, después de que le hicieran un lavado de estómago con carbón vegetal para provocarle el vómito, lloraba y pensaba en qué era lo que había hecho mal en la crianza de su hija para que cometiese actos tan deleznables.