jueves, 23 de junio de 2016

UNA NOCHE MAGICA, por Rhodéa Blasón


    La noche de San Juan es una celebración mágica. Las lenguas de fuego de las hogueras se convierten en las siluetas de los más variopintos personajes míticos: todas las personas vemos algo diferente mirando con fijeza brillar y bailar las llamas de las fogatas. Es una fiesta ancestral que invita a los mozos a saltar la lumbre delante de su moza amada, a quemar alguna prenda de ropa para pedir salud o dejar en remojo agua con pétalos de rosa al sereno para lavar la cara a la mañana siguiente con ella para no envejecer.

    Existen muchas leyendas en torno a la fiesta de las hogueras del día de San Juan y se festeja en barrios y poblaciones muy dispares, siempre teniendo como protagonista al fuego. Desde semanas antes al festejo se van acumulando maderas en forma de pico, con el fin de conseguir cada año una pira más grande que el anterior y disfrutar del calor del fuego con la familia y los amigos dando buena cuenta de ricas y opíparas viandas.

    Las hogueras de San Juan tienen lugar la víspera de la fiesta del Santo (la noche del 23 al 24 de junio) y, cuenta la tradición que coinciden principalmente con la llegada del solsticio de verano, momento en el que se encendían fuegos al aire libre que tenían como finalidad darle más fuerza al sol, ya que a partir de ese momento los días comienzan a hacerse con lentitud más cortos hasta la llegada del solsticio de invierno. Ese fuego encendido además purificaba el alma de aquellos que lo contemplaban.

    Yo tengo la inmensa suerte de ver fogatas enormes desde mi ventana: me gusta mirar al fuego y me gustan los ritos que se celebran en torno a sus llamas. Yo sólo le pido salud para los míos y para mí, ya que envejecer es ley de vida y mozo ya tengo. Hasta este momento, aunque nunca he saltado las brasas ni quemado mi ropa, me han concedido mi más preciado deseo y un año más reincido en la petición de que mi familia se mantenga sana.


    Hoy, en la noche, con la plenitud de la luna llena y la luz que emanará de las hogueras de San Juan recordaré los cuentos y leyendas que en una noche como esta me relataba siempre una persona muy querida para mí, y que por desgracia ya no está conmigo. Este ser, tan importante en mi vida, me alumbrará con fuerza desde dónde se encuentre y me guiará en la vida como hasta ahora ha hecho. Yo contaré sus relatos hoy a mis hijos para que sepan que uno de sus antepasados, al que no han tenido el placer de conocer, vivía esta noche como algo mágico, mientras recordaba a sus padres Juan y Juana.


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