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domingo, 26 de febrero de 2017

MARABUNTA DE GERIATRICOS, por Rhodéa Blasón

 
       El envejecimiento de la población es un hecho de sobra conocido por todos. Nacen pocos niños y la longevidad de vida es cada vez mayor. Por eso se anuncian a "bombo y platillo" la construcción de nuevos geriátricos en los que acabaremos todos si la salud nos permite llegar a la tercera edad. No me cabe duda de que como en años anteriores se produjo el "boom" del ladrillo ahora ocurre lo mismo con las residencias para mayores. Sociológicamente las razones para que un anciano acabe en un centro de este tipo son muchas, muy bien diferenciadas y por todos conocidas: desde hijos que no quieren hacerse cargo de sus progenitores ni valerlos en sus necesidades, hasta los que se avergüenzan de ellos por su estado físico o mental. Hay quien se ampara en que vive muy lejos y que sus padres no quieren dejar el hogar patrocial; si las parejas de los hijos también trabajan no les quedaría tiempo material para atenderlos y tendrían que depender de contratar personal especializado; son difíciles de manejar las personas con dependencia, unos porque se dan cuenta de su incapacidad y otros porque esta les impide incluso pensar por si mismos; ...Hay muchas razones para llevar a los padres a un geriátrico y cada uno debe saber en conciencia por qué lo hace.

      A mí no me gustan las personas que presumen de hacerlo porque sus ancianos les molestan. No cabe duda de que tener un mayor en casa obliga a hacerse responsable de él, a saber que está bien alimentado, que se realizan cada día su necesidades de aseo, higiene física y síquica, hay que dedicarles muchas horas para hablarles y acompañarlos, preocuparse de que su medicación sea la correcta y de llevarlo a sus consultas médicas, ... ¡Para muchos, un trabajo agotador!

    Yo cuidé a mis mayores y me siento orgullosa de ello. Soy, entre otras profesiones, enfermera con un postgrado en geriatría, por lo que sé bien de lo que hablo y soy consciente de que en mi tercera edad acabaré también en una residencia. Se construyen porque hay una demanda excesiva de plazas que son cubiertas con rapidez.

      Pero dicho esto, voy a lo que iba. El problema no es la masiva construcción de geriátricos que se avala con lo que digo en el párrafo anterior. Hablo de la falta de respeto que se refleja hacia los nietos de los mayores que en ellos viven y la mala educación de quienes creen que de los abuelos no se puede aprender nada, que creen que estorban en casa, que dicen que los niños que se crían con sus abuelos pueden padecer algún tipo de trauma, de quien señala que los mayores no pueden comer a la mesa con los niños del hogar porque se baban o les lleva demasiado tiempo, ...¡Falacias!

     ¿En qué realidad social vivimos? ¿Quiénes dicen todas estas atrocidades para calmar sus conciencias malsanas piensan que no van a acabar ellos sus días en una residencia? Por favor, actuemos conforme a nuestras responsabilidades y hagamos cada uno lo que nos parezca, pero no les mintamos a los niños que serán capaces de pensar por sí mismos en próximas generaciones y actuarán conforme les hayan enseñado. Y si tienen abuelos en un geriátrico llévenlos a verlos, porque ser mayor no es contagioso, sólo es que el paso de la vida nos permite seguir cumpliendo años.

       Respeto lo que haga cada uno. Pero verse en una residencia separado del propio entorno, de la familia, de los amigos, ...no es grato. Nos tocará adaptarnos. Pero conforme cumplo años no me gusta la marabunta de geriátricos que se están construyendo. 

     ¡Para mí no son más que un símbolo de una sociedad debilitada por el egoísmo!