Conforme me adentraba en las profundidades del frondoso bosque mi cerebro y mis ojos se mantenían vigilantes. Buscaba una cabaña desde hacía meses, pero en cada una de mis incursiones en la espesura natural había sido infructuosa. Ahora, en pleno otoño, cuando los días son tan escasos de luz, debía escabullirme de la atenta mirada de mis tías paternas quienes estaban más interesadas en que aprendiese el arte del bordado con aguja que en que buscase a una mujer muy mayor plena de sabiduría en todo tipo de brebajes y que convivía según cuentan las lenguas de la aldea entre "seres de la mitología celta, que la protegían de cualquier dolencia o padecimiento".
Había caminado sin parar aprovechando los tenues rayos de sol y se me había echado la obscuridad encima. Estaba segura de saber regresar al hogar, pero el miedo me paralizó en aquel preciso lugar. Esperé a que mis ojos se adaptasen a la negrura de la noche y giré sobre mí misma. Entonces la ví. Observé una puerta y una ventana casi cubiertas por las ramas de los árboles. Su techo era un campo lleno de helechos y hierbas diferentes. Mientras me encontraba allí miré al cielo y observé un resplandor rojizo que lo surcaba de oeste a este. En ese momento la puerta se abrió y apareció ante mí una anciana encorvada vestida de negro y apoyada en un palo mucho más alto que ella:
-Son los Sluagh, cazadores de almas. Van a buscar el espítitu de tu padre moribundo.
-¿Qué? Si yo venía a encontrar un remedio para curarle. Llevo meses buscándote
-Yo siempre estoy aquí. Pero las ánimas malignas no han permitido que me encontrases. Están decididos a robar el alma de tu padre agonizante.
-Nooooo, grité con todas mis fuerzas y comenzé a correr hacia el lecho de mi padre al que debía proteger
Pero llegé demasiado tarde. Mi tía mayor me informó de que había fallecido mientras yo no se encontraba en casa. Mis lágrimas me quemaban la piel de la cara y no dejaban de brotar de mis ojos. Me senté en la escalinata y allí permanecí toda la noche llorando y sufriendo por la impotencia de no haber podido salvar a mi progenitor a quien tanto amaba.
Cuando amaneció, volví a mirar al cielo y me pareció observar una bandada de pájaros sobre mi casa volando en círculo. Pensé que entre aquellos Sluagh estaría mi padre despidiéndose de mi.
Gracias Rhodea por darnos estos escritos tan bonitos , me gusta como lo has ido relatando , y que pena al final las almas vinieron a por él ..
ResponderEliminarUn abrazo y te deseo un buen jueves.
Gracias por tus palabras Campirela_ y me alegro de que te haya gustado. Jugué un poco con la mitología celta.
EliminarUn abrazo y buen fin de semana
Bella forma de narrar Rhodea, hoy nos has traido un cuento con todos lo ingredientes para querer continuar leyendo y descubrir muchos más secretos de esa mitologia.
ResponderEliminarBesos.
Me fascina la mitología celta, tal vez por ser gallega, y a veces la introduzco en mis escritos.
EliminarMe alegro de que te haya gustado.
Besos y buen fin de semana
Un cuento triste y precioso, me encanta tu forma de escribir, besos.
ResponderEliminarGracias. Me alegro de que te haya gustado.
EliminarBesod y buen fin de semana
El twmor a la muerte de los seres queridos suele dar marco a terribles historias en la que se materializan nuestros miedos. Es un ejemplo. Saludos jueveros
ResponderEliminar=)
¡Hola! Trise relato, ojalá haya sido él que volaba sobre la casa despidiéndose. Muuy bnito <3
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Quizás la tía tuviera razón, y el querer que se quedase cerca haciendo bordados era la invitación a permanecer atenta a lo y que ella preveía era el despedirse en el momento y no por medio de los Slaughs... Muy bonito
ResponderEliminarEncantador, muy original como tejes la historia en ese bosque místico con tu personaje humano, arriesgado y valiente. Aunque su propósito le fallo, seguro que su padre debe saberlo.
ResponderEliminarA mi tambien me encanta la mitología celta, es un campo muy fértil para la narrativa fantástica. Gracias por acompañarme.
Abrazo!
Muy buen relato y muy bien contado.
ResponderEliminarUn abrazo
A veces, en vez de empeñarnos en amarrar a alguien a la tierra, deberíamos aprender a enseñarles a volar y que sean libres por siempre. No es fácil pero amar no lo es.
ResponderEliminarUn beso.
Pajaros que acechan para llevarse las almas de quienes van a morir.
ResponderEliminarUna idea inquietante que leído en alguna novela de Lovecraft.
Un abrazo.
¡Vaya! habrá que estar atentos a bandadas de pájaros por si son como tus personajes...un relato que lleva en volandas la imaginación...
ResponderEliminarBesos y abrazos