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miércoles, 29 de mayo de 2019

"La libertad completa ...una utopía", por Rhodéa Blasón


   Me gusta soñar. Y sobre la toalla que me separa de la arena en mi playa preferida puedo ver la vida más allá de lo que soy consciente. El fino arenal es para mí un bálsamo que acuna mis sentidos y libera mis emociones más arraigadas. Es como si mi libertad me permitiera volar en las alas de las gaviotas que surcan el cielo con su elegancia innata en busca del alimento que ya casi no encuentran en la costa.

   Yo soy libre y las gaviotas también. Pero existen barrotes invisibles que nos apresan sin compasión, a mí y a ellas; esos hierros ficticios que nadie ve porque no es capaz de observar la vida desde una perspectiva diferente a la que vive cada día. Todos tenemos jaulas que nos impiden la libertad completa, aunque no seamos conscientes de ello y en la medida de nuestra sensatez está el poder de tener una independencia mayor. Porque la libertad total no deja de ser una utopía, ya que los seres humanos dependemos unos de otros, en nuestros actos y en nuestra vida. Por eso yo siempre hablo del equilibrio emocional entre las personas. Esa inteligencia equilibrada es la que nos permite ser más o menos libres.
 
   No obstante, estar en mi bello arenal me hace sentirme libre de ligaduras, aunque sea durante unos minutos y analizar cuál es la mejor manera de afrontar la liberación de ciertas ataduras sin perjuicio para mi equilibrio mental. Discutir, sino es constructivamente, no nos lleva más que a un desgaste mental que no nos produce más que un malestar y un resquemor que nos hace más mal que bien, por eso es mejor apartarse o no escuchar a quien vive en una prisión continua sin ver esos barrotes que le producen una infelicidad continua y les enferma el corazón y la mente.



     

lunes, 10 de diciembre de 2018

LA CULTURA NOS ACERCA A LA LIBERTAD, por Rhodéa Blasón

    Siempre insisto en que regalar libros, entradas al cine, al teatro,  a espectáculos, a museos, ...es regalar Cultura. Y escribo Cultura con mayúsculas porque me parece que un pueblo culto es una sociedad libre y que sabe defender sus derechos con la Palabra sin necesidad de producir ningún tipo de incidentes que puedan dañar a nadie. Cultura tenemos que aprender y Cultura debemos enseñar para conseguir esa tan ansiada Libertad que está en boca de tantas personas.

    Por ello me pregunto ¿con doscientos vocablos se puede relacionar un individuo correctamente? Pues sí, se puede intercomunicar pero con muchas deficiencias, ya que si los demás componentes del colectivo son más cultos se quedará totalmente aislado lingüísticamente. ¡Una pena! Muchos de nuestros jóvenes y adultos, por desgracia, no alcanzan bien la comprensión de los doscientos vocablos, pueden hablar, pero si la conversación se eleva de nivel no podrán entender todo el contenido de esa interlocución. Son inteligentes, muchos tienen carreras superiores, pero no alcanzan visión ni captan globalmente los mensajes de los que manejan un mayor número de vocablos.

   Me parece una tragedia que existan adultos que lean un texto básico correctamente pero no sepan interpretar lo que quiere decir; en resumen, si les hablamos de que nos hagan un "comentario de texto" sobre lo que han leído no saben hacerlo. Para mí, que amo las palabras, es una tragedia social que los ciudadanos no entiendan los textos o los libros que lean y que acorten las palabras de forma irresponsable y sin respeto al idioma.

    Quienes utilizamos el castellano para comunicarnos tenemos la suerte de podernos entender en una de las lenguas más ricas del mundo, con multitud de sinónimos y antónimos bellísimos para designar la misma cosa y me creo que es un drama que no intentemos utilizar cada vez un mayor número de vocablos para hacer de nuestra sociedad una comunidad rica e inteligente, tanto lingüística como filosóficamente.