El ser humano está demostrando desde hace muchos meses que es capaz de afrontar una situación
extrema en la que nos hemos visto sumidos de la noche a la mañana, aprender de ella e incluso, en la
mayoría de las situaciones, de conseguir salir muy reforzado de este estado. A pesar de ello, a muchas
personas puede resultarles difícil adaptarse a nuevos escenarios de vida según sus características
mentales, emocionales, su fortaleza de carácter y su manera de ver y entender la existencia, pasada y
futura.
Quienes me leéis sabéis que yo abogo siempre por la belleza de enfrentarse a lo que nos toque
vivir con la máxima positividad. Todo se puede relativizar de manera que podamos verlo con
optimismo, salvo cuando nos falla la salud. Y creedme, por experiencia propia os digo que en esos
casos es cuando más hay que ver el “vaso medio lleno”.
Una persona que sabe ser resiliente siempre saca partido de los momentos duros o de situaciones
extremas sin dejarse vencer por la negatividad o por el exceso de presión estresante que pueda padecer,
piensa en sí misma pero empuja a los demás a caminar hacia la meta, crea sociedad entre quienes viven
a su alrededor y se mimetiza con ellos para que sepan encontrar lo mejor que tienen en su interior, ...
En estos momentos necesitamos personas resilientes. Existen muchas, pero no saben que lo son.
Precisamos de seres que nos guíen en la senda que se abre ante nosotros con alegría, aunque creamos
que no se puede caminar; de quien nos dé palabras de aliento cuando nos falten las fuerzas;
de quien nos haga ver la Luz cuando todo esté obscuro, ...
Nos urge a todos aprender a convivir con resiliencia, adaptándonos a todo lo que intente hacernos
daño y superándolo. Podemos hacerlo entre todos!!!! Sólo es adaptarnos a vivir con positividad, aunque
cada día tengamos zancadillas que superar. Lo importante siempre es conseguir levantarse de nuevo.