La noche siempre me sorprende con su magia y sus destellos iridiscentes del alumbrado público que crean con sus múltiples formas seres imaginarios con los que podemos soñar historias inesperadas.
Gaspar, con su estoicismo, permanecía de pie como si estuviese plantado en el medio de la calle y amparado por la nocturnidad. Quería empapar sus sentidos de los aromas, sonidos, imágenes, ...que le transmitía la noche antes de que fuera demasiado tarde. Se había situado en la parte peatonal del paseo, sobre el suelo de madera, y admiraba la preciosidad de lo que percibía desde su sensibilidad noctívaga. En los bancos situados a su trasera había rondado y requebrado a la que con el pasar del tiempo sería su amada esposa; allí pasearon a sus hijos en las jornadas dominicales mientras fueron retoños, y allí acompañó a su gran amor en sus años de larga enfermedad mientras pudo salir de su hogar. Ahora, sin el brillar de su sonrisa, su vida no tenía sentido para él. Sus hijos habían formado sus propios hogares llenos de energía y actividad y él no quería ser un óbice para su existencia. Por eso, antes de salir de su casa, había degustado con pasión un café con leche en el que había echado, en vez de azúcar, un cóctel de pastillas que pronto harían su efecto.
A la mañana siguiente, un matrimonio mayor que paseaban cogidos de la mano se encontraron a Gaspar sobre uno de los bancos del paseo en posición fetal. Pensaron que estaba dormido. Pero pronto se dieron cuenta de que su alma se había vuelto a unir a la de su idolatrada compañera durante aquella mágica.
Foto del blog: http://neogeminis.blogspot.com.es/2018/04/fotos-inspiradoras.html?m=1
Un relato y un mensaje más allá de la escritura ..cuantas personas hay por desgracia en esa situación que su mejor compañía es debajo de una farola sentados en un banco ante cualquier parque o calle de la ciudad recordando su vieja vida que dejó atrás .
ResponderEliminarTal vez lo que buscará en realidad era terminar donde un día fue feliz con su familia .
Una bella y triste historia .
Un abrazo y feliz fin de semana.
Gracias. Me falta adjuntar la foto, es la novena de la fila de Neogéminis. Pero estoy en el móvil y no soy capaz.
EliminarGracias por leerme y un placer que te haya gustado.
Un abrazo
Vaya! que historia melodramática te ha inspirado la foto! Muy creativa para imaginar el conflicto del personaje, lástima que haya optado x un final irreversible. Un abraxo y gracias x participar. P.d a modo de curiosidad, te cuento que el de la foto es mi marido jeje 😁
ResponderEliminarGracias por tus palabras Neogéminis.
Eliminar...¡Larga vida a tu esposo!!!
Ya sabes las musas y la ficción eligen los vericuetos más enrevesados.
Besos y gracias por organizar.
Buenas fotos
Un final muy triste, en una historia de amor y lealtad maravillosa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Decidió tomar el último paseo en el lugar donde había vivido los mejores momentos de su vida.
ResponderEliminarUn beso y feliz finde.
Es una hermosa narración, pero tan triste ese final...
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Un beso.
Una historia triste y a veces más frecuente de lo que imaginamos. Y es que ha de ser dificil vivir sin la persona que se ama. Bella y triste. Abrazos.
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato aunque haya tenido un final triste .
ResponderEliminarUn placer leerte
Besos.
Una misma imagen puede inducir a muchas historias distintas, esa es la mágia de quien ve y escribe. Tu historia muy bien narrada, nos muestra la soledad en estado puro.
ResponderEliminarBesos.
Hay personas como la de tu relato que no pueden elaborar un duelo, que el dolor los arrastra irreversiblemente hacia el abismo que tan bien has retratado.
ResponderEliminarUn gusto leerte, saludos
Cuanto desamparo el de tu protagonista, solo en esa calle rodeado de sus recuerdos, triste y emotivo relaato. ¡Cuanto inspiración extraida de esa foto!
ResponderEliminarAbrazo
¡Wow, qué imagen más impactante la del final! Debieron de sobresaltarse los personajes que lo descubrieron en aquel banco... Una pena que lo que relatas, sea tan real.
ResponderEliminar¡Besos, Rhodea!