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jueves, 3 de enero de 2019

"EL LENGUAJE ES LA BASE DE NUESTRA CULTURA", por Rhodéa Blasón

    Este es mi primer artículo de este año (2019) y con el intentaré abogar por la Cultura en la más amplia extensión de su significado. ¡Una sociedad culta es una sociedad libre!, no me cansaré de repetirlo hasta la saciedad. Y no es muy difícil lograrlo, sólo tenemos que invitar a niños y jóvenes a que cada vez lean más; pero sobre todo a que comprendan lo que leen. Es muy triste ver a tantos individuos que no saben hacer una sipnósis de lo que han leído. No leen bien, con soltura; para colmo, no conocen el significado de la mayoría de las palabras que aparecen en cualquier texto ni se preocupan por hacerlo; no escriben, ni siquiera una felicitación navideña; ni cogen un libro o un periódico a la mano; ...así no creamos culturas inteligentes, aunque nos parezca que sí. ¡Quién no tiene un capacidad propia para tomar decisiones conforme a un criterio que pueda argumentar con sus propias palabras tendrá un intelecto empequeñecido y no enriquecerá la sociedad en la que vive!.

   A mí me da pena ver a tantas personas cuyo vocabulario es demasiado reducido: apenas doscientos vocablos mal utilizados, cuando el castellano es una de las lenguas más ricas del mundo, con multitud de sinónimos y antónimos. Pero para utilizarlos todos hay que practicar el Arte de la Palabra, de la Escritura, de la Escucha asertiva y del estudio de los vocablos.

    Me fascina hablar para jóvenes en colegios, institutos y universidades y hacerles entender la importancia del idioma. Los seres humanos somos sociales por naturaleza, necesitamos comunicarnos unos con otros para no sentirnos solos o para no padecer enfermedades que nos aislen del mundo. En cada conferencia que doy procuro enseñar la belleza de una palabra poco utilizada, con sus pertinentes acepciones y me sorprende que cuando vuelvo a ver a algunos de los participantes, según se van haciendo mayores, la recuerdan. Es un gran regalo para mí, por eso insisto en hacerles la invitación al conocimiento lingüístico que les va a valer para utilizar en cualquier carrera que quieran estudiar y, sobre todo, a lo largo de su existencia.


viernes, 25 de mayo de 2018

"JUGADA DEL DESTINO", por Rhodéa Blasón

     


      Pedro vivía en la aldea con su abuela ciega y una hermana de ella de edad avanzada. La mujer le había criado tras perder a sus padres en un accidente cuando emigraban a Alemania en busca de un futuro mejor, para ellos y para él.

     La madre de su madre, a pesar de la falta del sentido de la visión, lo conocía tan bien que siempre le regañaba porque ningún trabajo le duraba demasiado tiempo. Realmente, a su nieto no le gustaba nada trabajar; hacía chapucillas para conseguir dinero inmediato, pero nada serio. En cambio, le gustaba vivir la juerga, emborracharse, las mujeres, ...e ir al casino de la ciudad con sus amigos algunos fines de semana. Pero ellos tenían dinero para jugar, mientras él miraba o sólo podía jugar una partida.

     Aquella semana había trabajado mucho en una empresa de carrocerías y había hecho horas extra. Por eso el viernes, cuando cobró, lo tuvo muy claro: "cogería un autobús e iría a jugar". Estaba seguro de que lo perdería todo pero su abuela le regañaría de una manera u otra así que no se lo pensó.

    No había muchos jugadores en el casino, pero no importaba. Se sentó y comenzó el juego. Al principio perdió, pero luego, un golpe de suerte hizo que ganase. ...y volviese a ganar. Al amanecer llegó a casa con un millón envuelto en un fajo de papeles de periódico. No cabía en sí de júbilo. Dejó el paquete sobre una de las sillas de la cocina y subió a cambiarse de ropa.

     Mientras, su abuela, que había madrugado para cocer pan en el horno del hogar, entraba de afuera con unos troncos para encender la cocina de leña. No veía, pero hacía todas las labores sin necesidad de ayuda. Introdujo dos troncos cruzados en el interior de la cocina y unas ramas en las que prendió fuego con una cerilla. Tenía que esperar un poco para ver si prendía y decidió sentarse a la mesa.

      Se levantó con rapidez y tocó con sus arrugadas manos para ver que era lo que había allí. Sintió el papel de periódico entre sus dedos y decidió echarlo al fogón. "Me ahorraré traer más ramas para que prenda el fuego".

     -¿Qué has hecho abuela?, gritó Pedro desde el umbral de la puerta asustando a su abuela

    -Encender la cocina, hijo, para caldear la casa y poder cocinar, -le respondió ella.-Anda ve a trabajar que hay mucho que hacer en los establos

     Pedro, como un niño obediente allí se dirigió, pero no a trabajar. Cogió la escopeta de caza y se levantó la tapa de los sesos con ella.