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miércoles, 14 de octubre de 2020

"SE DE UN LUGAR ...", por Rhodéa Blasón







     



      La niña, agachada en cuclillas, mojaba sus manos en el agua límpida del pequeño riachuelo que se derramaba desde los caños de la fuente del pueblo. Sonreía al movimiento del líquido elemento tras ser agitado por sus extremidades superiores. Acabó la tarde sentada sobre la tierra seca y viendo nacer los afluentes de aquel riachuelo en miniatura.


     Se convirtió en una inteligente profesora de filosofía que no seguía la lista de los libros recomendados en la asignatura que tantos años llevaba enseñando en el Instituto de Secundaria de aquella ciudad.

     Tras las vacaciones estivales regresaba a las clases con el fin de contagiar a sus alumnos de su amor a la filosofía. Sus primeras clases del curso comenzaban siempre igual:

    -Sé de un lugar en el que una pequeña niña descubrió la riqueza del agua

    Cada año más alumnos la elegían como profesora de filosofía porque "siempre nos hace ver la grandeza de las pequeñas cosas. Aquellas con las que se puede alcanzar la felicidad y que no nos ocasionan ningún agravio económico".


      -"Sé de un lugar ..."

viernes, 31 de agosto de 2018

"ENSEÑANZAS DE VIDA, de Rhodéa Blasón




     La niña, agachada en cuclillas, mojaba sus manos en el agua límpida del pequeño riachuelo que se derramaba desde los caños de la fuente del pueblo. Sonreía al movimiento del líquido elemento tras ser agitado por sus extremidades superiores. Acabó la tarde sentada sobre la tierra seca y viendo nacer los afluentes de aquel riachuelo en miniatura.

     Se convirtió en una inteligente profesora de filosofía que no seguía la lista de los libros recomendados en la asignatura que tantos años llevaba enseñando en el Instituto de Secundaria de aquella ciudad.

     Tras las vacaciones estivales regresaba a las clases con el fin de contagiar a sus alumnos de su amor a la filosofía. Sus primeras clases del curso comenzaban siempre igual:

    -Sé de un lugar en el que una pequeña niña descubrió la riqueza del agua

    Cada años más alumnos la elegían como profesora de filosofía porque "siempre nos hace ver la grandeza de las pequeñas cosas. Aquellas con las que se puede alcanzar la felicidad y que no nos ocasionan ningún agravio económico".


     "Sé de un lugar ..."




jueves, 30 de agosto de 2018

LA MUJER DEL PARQUE, por Rhodéa Blasón





     El hombre, vestido con un elegante traje de tweed claro, no podía dejar de mirar a aquella hermosa mujer que irradiaba alegría en cada uno de sus gestos. Se había comprado el periódico para estar al tanto de las noticias económicas que tanto podían influir en sus negocios, pero lo había enrollado y no lo había abierto. Sentado de medio lado en aquel banco del parque, cerca de la balconada desde la que se podían admirar unas vistas increíbles, con su pierna izquierda cruzada sobre la derecha, pensaba como hablar con aquella fémina que tanto le había sorprendido.

    De repente se dio cuenta de que ella había dejado caer de su bolso, mientras se ponía sus gafas negras de sol, un límpido pañuelo blanco que pareció mecerse en el aire durante una eternidad hasta que llegó al suelo. El hombre supo que aquel era un momento para no desaprovechar: se levantó raudo, recogió la seda blanca y se la entregó a la mujer con la mejor de sus sonrisas.

     Ella le dio las gracias, le explicó que aquel pañuelo era un hermoso recuerdo de su querida madre que nunca querría perder, pero no lo agarró.Las manos femeninas enguantadas en bellísimo encaje no se movieron. Pero la mujer seguía hablando e indicándole al hombre que conservaba el aroma de la colonia de su progenitora. Tenía una voz dulce y cantarina, y no dejaba de mostrarle al caballero su atractiva sonrisa.

   Sin dudarlo él lo acercó a su nariz y se emborrachó de aquel dulzón aroma que no lograba identificar. De pronto sus ojos se salían de sus órbitas pidiendo auxilio a aquella desconocida que no se movía. Pero tenía el rictus de la venganza pintado en su rostro y le escupió cuando exhalaba su último aliento:

    -Has despedido a mi madre y no has permitido que yo trabajase en ninguna de las empresas de nuestro padre. Ahora seré yo su única heredera

    Se dio la media vuelta y caminó con rapidez alejandose del lugar de la vendetta y sabiendo que no le quedaba nada para convertirse en una mujer muy rica.


jueves, 7 de junio de 2018

EL CUADRO, por Rhodéa Blasón



      Me había llegado por correo postal; perfectamente empaquetado en papel marrón, atado con una fina cuerda peluda que sujetaba los cuatro flancos de aquel enigmático paquete rectangular que remataba con un lazo lacrado en vivo color rojo y pegado al pliego envolvente.

     Yo miraba el hermoso cuadro, tenía pegada en su parte baja una chapa dorada que indicaba "Elena en la playa-J. Sorolla" y representaba a una bella mujer vestida de azul cielo mirando la inmensidad del mar y sujetando su pamela al viento. Con el objeto llegó una carta certificando su autenticidad y el nombre de una importante galería de arte y su número de teléfono de contacto. Mis señas estaban correctas, las releí en varias ocasiones. Pero aquel envío tenía que ser un error, yo no había comprado aquel maravilloso cuadro, tendría que devolverlo, pero no traía remite.

     Como no me gusta dejar pasar las cosas sin resolverlas llamé al número de la galería y les expliqué la situación. Pero una mujer de voz grave y ronca me explicó muy segura de sí misma que no había error alguno en aquella entrega. Pero yo no entendía porqué me llegaba a casa uno de los cuadros más hermosos de un impresionista español notable y representativo de la luminista que debía tener un valor económico con tantas cifras que no era capaz de calcular.

     Después de colgar el teléfono sin saber qué hacer, pasé horas mirando el cuadro extasiada por su belleza. Quise tocar el marco y me levanté para hacerlo: transmitía paz y sosiego. Le di la vuelta y observé el reverso. Quise mirarlo desde lejos y al apoyarlo en el sillón casi me cae y al sujetarlo con fuerza rompí con una uña algo que me pareció un papel. Me sentí tentada a romperlo del todo, pero no comprendía si sería la parte de atrás correspondiente a la pintura. La curiosidad pudo más que yo y fui abriendo poco a poco hasta quitar el doble fondo totalmente. Había cuatro fajos de dinero, cada uno en su sobre. Unos documentos oficiales y una carta.

     Después de leerla y releerla varias veces supe que había tenido padre, que me quería y que en el momento de su muerte se había acordado de mí. Era rico y me reconoció legalmente. En aquella misiva me explicaba cuánto le rogó a mi madre que se casara con él, pero ella, que trabajaba de criada en su casa, no quiso nunca que nadie creyera que se casaba por su dinero y lo abandonó. En los documentos quedaba perfectamente claro que yo era su hija, tenía varias cuentas bancarias a mi nombre y me dejaba una casa enorme en el centro de la ciudad.

    Mis lágrimas resbalaban por mi cara y dejé todo sobre la mesa de comedor; me dirigí a la habitación en la que mi madre permanecía en la cama sumida en el más absoluto olvido. Me acosté junto a ella buscando su calor y dando cuenta de su valentía y coraje para renunciar a todo tipo de posesiones materiales y criarme ella sola.

   

jueves, 15 de marzo de 2018

EQUILIBRIO EMOCIONAL: LA LINEA VERDE, por Rhodéa Blasón





    La línea verde ...es lo que para mí marca el equilibrio emocional.

         Cuando no alcanzo los objetivos que me marco porque el columpio de mi mente no deja de bailar sé que en mi interior surgen los lamentos que me sumen por debajo de esa línea recta verde, que simboliza la armonía, la calma y el sosiego.Soy consciente de que ese balancín alcanza más fuerza cada segundo que se mantiene en movimiento, pero soy incapaz de pararlo. ¡No sé qué hacer para que deje de mecerse! Es un claro símbolo de depresión que me sumerge en las profundidades de esa raya invisible que me marca el equilibrio emocional como si fuese en un submarino acorazado y me hace vulnerable a cualquier agente externo que no puedo controlar y prisionera de mis propias emociones por no ser capaz de canalizarlas.

        Por otro lado, soy consciente de que la mejor  manera de vivir es encarando el futuro de frente y con coraje. Lo que hemos vivido nos marca a fuego, cual animales de las manadas del antigüo oeste. Volar en un avión de papel es impresionante y me da una sensación de libertad con la que no dejo de soñar. Pero he aprendido a introducir en una maleta que cargo a mis espaldas todos aquellos sentimientos que no quiero recordar y cuando la carga del maletín me cansa demasiado sobre los hombros la abro mentalmente y suelto lastre. Ya casi no me pesa porque en  ella guardo sólo olores, sonrisas, amor, tiempo, ...de las personas que me han querido y ya no están conmigo. He aprendido a vivir con sus ausencias. Son momentos de euforia irreal que sobrepasan hacia arriba la linea verde en la que me debo mantener.

        Desde hace años sigo la línea verde, poniendo un pie delante del otro. Intentando no tropezar. Siendo positiva y alegre, dando amor y recibiéndolo de quienes me quieren. No pienso en columpios ni en submarinos que me alteran y mucho menos en aviones de papel. Aunque cuando elevo mis ojos al cielo me gusta verlo de color azul y multitud de pájaros surcándolo de un lado a otro. Es signo de que mi equilibrio emocional está en perfecto estado.



                               

miércoles, 14 de febrero de 2018

MI ULTIMO SUSPIRO, por Rhodéa Blasón



       Desorientada, fría, desnuda, contraída, esquiva, ...Tu caparazón me cubre, me ampara, pero no me protege de mis sentimientos más íntimos, ni de mi fragilidad.
     
        Obscuridad, eco, tristeza, soledad, ...Pensé que era un sueño que desaparecería al despertar, pero permanezco aquí. Escondida, asustada, temblorosa, ...Mis pulmones no se llenan al completo de aire y eso me perturba.

        Mis ojos no dejan de mirar tu impenitente lengua que los hace mecerse de un lado a otro. Mareo, desamparo, exposición, ...Mi miedo y mi ceguera me impiden moverme y buscar la realidad.

        ¡Quiero salir y respirar!

        ¡Quiero salir y ver la luz!

       El inmenso peso de lo que me tapa me lo impide.

       ¿Quién puede pensar que intenté escapar de la vida en el interior de una campana bajo la que entré a rastras?

        Pero no sé qué ocurrió. Me despertaron los fuertes golpes de su badajo y vi que estaba apoyada sobre la piedra.

        Nunca podré salir de esta obscuridad.

        Aquí exhalaré mi último suspiro.


jueves, 9 de noviembre de 2017

ALLÍ EN DONDE NACES, ALLÍ EN DONDE MUERES, por Rhodéa Blasón


    -Miradme, podéis hacerlo las veces que queráis. -Vociferaba sin parar- Soy diferente, ya lo sé y vosotros estáis henchidos de un resentimiento que no os permite subsistir.

    Lo que más daño le producía era que aquellos a quienes exhortaba no eran capaces de replicar su severa crítica. Nunca lo hacían. Permanecían estáticos y taciturnos catando la dulzura del sometimiento a causa de sobrellevar el cruel padecimiento de la tristeza por los bienes ajenos.

   -Aquí estoy sólo. -Volvía a increparlos- Entre todos podéis arremeter contra mí y despojarme de mis bienes. Cobardes!!

   Ninguno de los otros se movía. Sólo le vigilaban. Era espléndido y agraciado y ellos, aún de su estirpe, eran deformes y desagradables a la vista. No disimulaban su amargura por su divinidad y encanto.

    El era consciente de ello, pero no podía desplazarse. Sus raíces estaban ancladas con suma fortaleza a aquella tierra y aquel, mal que les pesara, era su clan. Ninguno tenía la oportunidad ni la autoridad de alcanzar un traslado.

    La Naturaleza es así con los árboles. Sabia y poderosa. Allí en dónde naces, allí en dónde mueres. Aunque tu familia no te quiera por no ser verde y tener en el otoño esos maravillosos colores cobrizos en los que el poco sol que baña tus ramas se refleje como en un cristal facetado del que surjan multitud de rayos de diferentes colores.Yo soy feliz y no me importa lo que piensen, pero ser diferente a los otros siempre será complicado en mi existencia.